Capítulo 21

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El olor a café llega a mí y me hace despertar. Me muevo entre las sábanas y me doy cuenta que esa no es mi cama, tampoco es de mañana, todo está oscuro y solo se escucha una suave canción.

Me duele un poco la cabeza y recuerdo haber bebido mucho, recuerdo haber llorado mientras conversaba con la esposa de mi hermano, mientras ella trataba de hacerme entender que dejar ir a Marcello, otra vez, será un gran error.

Me siento sobre la cama y acomodo mi cabello. Me han quitado el vestido y ahora llevo pantalones de deporte y una camiseta gris. Camino hacia la puerta descalza y sigo hasta las escaleras, la música suena con más fuerza, mi cuñada otra vez está escuchando a ese dueto de su país que tanto le gusta.

—     Sé... que poco a poco te iré conquistando —escucho cantar a mi hermano y sonrío— que beso a besos te iré enamorando...  hasta que ya no puedas más de amor, de tanto amor.

Ella está sentada sobre el sofá y él arrodillado frente a ella. Mi hermoso hermano luce tan feliz, tan sano, tan fuerte.

—     Sé que no es tan fácil para ti amarme —ella niega y él sonríe—quizá mis fallas te asusten bastante...

Ella lo abraza y él se esconde en su cuello. Son tan hermosos juntos, se ven tan enamorados, tan felices que me siento feliz de saber que no me equivoqué cuando tomé ese vuelo hasta Venezuela solo para conocerla, en ese momento no lo sabía pero estaba conociendo a la mujer que salvaría a Alessandro, a la chica que con amor curaría sus heridas y me devolvería a ese ser maravilloso que solía ser cuando era niño.

Él le da un beso y es allí cuando nota mi presencia. Se pone de pie y me mira desde donde está.

—     Hubiese jurado que después de todo lo que bebiste no despertarías hoy...

—     No bebí tanto —Le respondo, ella se acerca a mí y me mira con preocupación— Estoy bien.

—     Tú y tu hermano —susurra mientras me acomoda el cabello— tienen ese empeño de siempre querer ocultar sus sentimientos.

—     No me metas —susurra él— yo a ti no te oculto nada.

Otra vez ella lo mira con exceso de amor y yo sonrío.

—     Tengo hambre —comento cambiando de tema— ¿podemos ordenar algo?

El sonido del elevador me advierte que alguien está llegando. Acomodo mi cabello y miro a mi hermano esperando que diga que es Raffaelle y María.

—     Llegó la comida...

Es todo lo que él dice y segundos después aparece el hombre del que llevo años enamorada y mi corazón se agita con tanta fuerza.

—     Realmente pensamos que no despertarías —susurra mi cuñada— Él quería visitarnos y Christ no quiso decirle que no.

Marcello frunce el ceño al verme, observa la ropa que llevo puesta y mira a mi hermano.

—     Estaba dormida —responde Alessandro a una pregunta que Marcello no hizo—. Pensamos que no despertaría...

Ale le extiende la mano y Marcello la sostiene, le da un apretón y le entrega las bolsas de comida.

—     Buenas noches —saluda en nuestra dirección y luego se acerca. Mi cuñada se aleja de mí para darle un abrazo que él corresponde con una hermosa sonrisa—. Que gusto verte.

—     Es mutuo el gusto —responde ella con su típica voz calmada—. Ayudaré a Christopher a servir la cena.

Ella casi corre hacia la cocina y yo giro los ojos, Marcello sonríe ante su evidente intención de dejarnos solos.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now