Capítulo 38

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Dicen que el amor es capaz de curar tus más profundas heridas, pero nadie te advierte que si pierdes ese amor, las heridas que dejará serán más profundas que las que encontró.

Mientras pasaba de una niñez traumática y me convertía en una adolescente, decidí que nunca me casaría. Me prometí a mi misma jamás creer en el amor y gracias a mi hermano comprendí que los hombres pueden ser crueles, sucios y traidores, pero aprendí a ser como ellos. Aprendí a tomar solo lo que necesitaba de las personas, a dar solo lo que deseaba y a jamás creer en los cuentos de hadas.

Siempre he pensado que las mujeres no necesitábamos ser madres para estar completas, ni casarse ni nada de eso que una hipócrita sociedad te impone. Siempre me he sentido orgullosa de caminar por el lugar que decido, salir con las personas que elijo y follarme a los hombres solo por placer, sin pedir ni dar nada más, pero el plan perfecto no existe y el amor suele joderlo todo. Quizá no me hizo cambiar de opinión sobre casarme o tener hijos, pero entregué más de lo que debía y hoy me siento vacía y rota.

El dolor se ha fijado en mi cuerpo, lo siento al respirar, viaja por mi sangre y se mezcla con mis ganas de volver a estar bien, pero es lo único que me queda de él, ese dolor que siento por no tenerlo, por haberlo perdido, el dolor que sufre mi amor por él. No he llorado más y he dejado de sentirme culpable por todo lo que sucedió. Estoy de pie de nuevo pero dentro de mí todo sigue hecho mierda.

Este es el segundo día que paso en Barcelona, la ciudad es agradable y el clima primaveral ayuda a que todo parezca estar mejor aunque solo sea una mentira que me invito para seguir adelante sin él.

Este es el segundo día que paso en Barcelona, la ciudad es agradable y el clima primaveral ayuda a que todo parezca estar mejor aunque solo sea una mentira que me invito para seguir adelante sin él

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Dejo la suite y llamo al elevador, María José abre su puerta y me sonríe mientras mantiene su móvil al oído. Esa mañana ha elegido un hermoso vestido rosa, lleva el cabello suelto y me sonríe mientras está al teléfono.

El elevador se abre y yo entro, dejo mi mano en la puerta para que ella pueda pasar, besa mis mejillas y parece realmente feliz esta mañana

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El elevador se abre y yo entro, dejo mi mano en la puerta para que ella pueda pasar, besa mis mejillas y parece realmente feliz esta mañana.

—     ¡Buen día, Señorita Baccherelli! —exclama dejando notar su humor.

—     Buen día, señora Baccherelli —ella me hace una mueca porque odia que le digan señora, pero no se queja.

—     Sí hermoso, ya estamos bajando... —saco mi móvil de mi bolso y me doy cuenta que he recibido un mensaje de Antonio— ¿Cómo va a lucir? Sophia Baccherelli siempre luce increíble... —le sonrío a su comentario sabiendo que Raffaelle está preguntando por mí— Mi esposo te envía besos... dice que extraña tu sonrisa de las mañanas.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now