Capítulo 24

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Los días y las noches se mezclan, paso días escondida en mi habitación sintiéndome perdida. Aquella casa está cada día más vacía y yo me siento tan sola que lo único que hago es dormir.

Ha pasado una semana desde que mi nonna murió, mamá ha querido venir pero le he pedido que espere, aún no es el momento para que Alessandro y ella se encuentren, él aún no está listo y no quiero que la lastime.

Mi móvil suena pero como lo he hecho toda la semana, solo lo ignoro. No tengo ganas de hablar con nadie, no quiero ver a nadie, solo quiero sacar todo este dolor.

Escucho mi puerta abrirse, imagino que es Agnella con mi desayuno así que sigo arropada y sin prestarle atención. De pronto las cortinas se hacen a un lado dejando pasar la luz del sol directo a mis ojos.

¡Carajo!—grito molesta cubriendo mi rostro. Cuando me acostumbro a la luz busco a la culpable de mi incomodidad y me doy cuenta que quien ha llegado es el nuevo heredero de la familia.

 Cuando me acostumbro a la luz busco a la culpable de mi incomodidad y me doy cuenta que quien ha llegado es el nuevo heredero de la familia

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¿Pretendes pasarte la vida dentro de esa cama?

No le respondo, solo me dejo caer sobre mi almohada y cubro mi rostro con la otra.

Sophia...

Déjame en paz Raffaelle.

No puedo, le prometí a tu abuela que cuidaría de ustedes y es lo que pretendo hacer.

Escucho un golpecito en la puerta y me quito la almohada de la cara.

Boungiorno señor Baccherelli —saluda Agnella con la bandeja de comida en las manos—Boungiorno, señorita Baccherelli.

Hola —respondo sentándome sobre mi cama.

Cuando ella sale yo vuelvo mi atención a mi tío favorito y no puedo evitar sonreír al ver lo elegante y guapo que luce. Admito que pensé que sin mi nonna él volvería a buscar esa libertar y me encontraría con notas en las revistas y periódicos cuestionando su forma de vestir pero me alegra tanto ver que no es así.

¿Desayunamos?

Resignada me pongo de pie y él me guiña el ojos mientras camina hacia la mesa y llena de café la taza. Me dirijo hacia el baño y me aseo un momento.

Me sorprendo al ver las grandes ojeras que tengo, pero no puedo pedir menos... he llorado por días. Me quito el pijama y tomo un vestido que dejé colgando en el armario. Cuando me veo un poco más decente regreso con Raffaelle.

¿Por qué tan elegante? —pregunto acercándome a él. Raffaelle se pone de pie y besa mi frente, acomoda mi cabello y luego retira la silla para mí— muchas gracias...

Ni siquiera sabes qué días es ¿verdad?

Niego mientras tomo un tenedor y atrapo una fresa.

Demente Amor - Los BaccherelliWhere stories live. Discover now