Capitulo 5

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DIANA

¿Quédatela?.

¿QUEDATELA?.

Ni que fuera un perro callejero buscando hogar.

Nunca en mi vida me había sentido tan insultada. El hombre puede ser guapo y sexy a rabiar, pero su actitud de Playboy me saco de mis casillas. En ese momento me olvidé de ser policía y de la misión. Solo quería dejar de ver la perfecta cara de mandíbula cuadrada del cabrón de Dante De Luca.

-Tengo que irme Carmina. Te veo mañana en la universidad-. Anuncie, pasando junto a Dante y elevando mi mentón hasta casi tocar el techo.

Camine los más rápido que pude, recorriendo el camino que Estela me había enseñado cuando me llevo a la habitación de Carmina. Estaba hecha un tití de la ira.

¿Quien se creía que era para tratar así a las mujeres?.

Imbecil.

Idiota. Eso es lo que es. Un idiota.

Llegue hasta la puerta de la entrada, la abrí y salí pitando de ese lugar. Iba a tener que calmar mi genio interno y mal humorado si quería seguir con la misión, ya que probablemente iba a tener que volver a esa casa y ver al insufrible ken. Esa es la única forma de obtener la información que necesito.

El escolta alto y moreno, al que todos llamaban Mendivil, se encontraba de pie muy cerca de la puerta de la mansión. Pase por su lado sin mediar palabra.

-Señorita, ¿la llevo a su casa?-. Hablo detrás de mi.

Me detuve en seco. Probablemente esa sea una buena idea, teniendo en cuenta que me encuentro a las afueras de la ciudad y que por su culpa mi camioneta estaba estacionada en la universidad.

-No. La llevo yo-. Reconocí esa vos grave y sexy al instante.

Dante. Puse mis ojos en blanco.

-No, gracias. Prefiero ir en...-. ¿En que demonios podría volver a la ciudad?. ¿Bus?. ¿Taxi?. ¿Pasarían taxis por aquí?. -...lo que sea-. Finalice y me eche a andar nuevamente.

Prefería irme caminando hasta Cartagena antes que dejar que el insufrible de Dante me lleve. Prefiero las ampollas que probablemente me sacaran los tacones caminando, antes que subirme a un auto con ese imbécil.

-Por aquí no hay taxis-. Levantó la voz para que alcanzara a escucharlo, porque con la velocidad a la que huía ya llevaba medio camino recorrido.

Hice un movimiento de desdén con mi mano. Indicándole que no me importaba ni un comino lo que dijera. No quería ni oírlo hablar.

Aminore la velocidad preguntándome cómo diablos iba a abrir la puerta electrónica de la entrada. Entonces escuché el rugir de una motocicleta que se iba acercando detrás de mi, pero no recordaba haber visto alguna estacionada fuera de la mansión. Aunque probablemente por el genio de los mil demonios que llevaba, la hubiera pasado por alto.

La moto pasó por mi lado y me cerró el paso levantando polvo. Tosí varias veces y me abaniqué con la mano para apartar el polvo de mi cara. Hasta que la imagen de Dante sobre una Ducati Panigale color rojo se dibujó ante mi. La moto le va muy bien, lo hace ver mas irresistible, si eso es posible, lo malo es esa actitud pedante que se gasta. Con el pie impulso la pata y dejó caer el peso de la moto sobre ella. Se quitó el casco negro con vidrio tintado de la cabeza, y me sonrió como si fuera su persona favorita.

Resople y me dispuse a rodearlo. Pero él no se iba a dar por vencido tan fácilmente. Escuché como la suela de sus zapatillas de goma hizo crujir la grava detrás de mi.

Los De Luca: El Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora