Capitulo 30

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DIANA

Camilo salió del apartamento diciendo que en la tarde alguien iba a venir a arreglarlo para devolverlo y que un boleto de avión para Bogota iba a estarme esperando al final de la tarde en el aeropuerto.

Esto es un completo desastre.

Necesitaba pensar, así que me fui a la cama y me lance enterrando la cara en la almohada. Ese olor masculino y embriagante inundo de nuevo mi olfato y me nublo todos los sentidos. Deje de pensar, solo pude sentir una mezcla de ansiedad y miedo, y algo más que no identifique.

Golpee con mi mano la almohada junto a esta, sintiendo el crujido de un papel. Levante la cabeza y vi una nota en uno de los papeles amarillos que tienen pegamento detrás, de los que uso para dejar notas en la cocina, acerca de lo que debo comprar. Leí la nota: "Espero que hayas podido descansar y te sientas mejor. Te deje desayuno en el microondas. D".

Por Dios... incluso sabe cocinar.

Alto, sexy, con un cuerpazo de infarto y unos ojos que parece que atravesaran tu alma... ¡y ademas cocina!.

Tenía que verlo con mis propios ojos. Mejor dicho, probarlo. Corrí al microondas, saqué el plato y busqué unos cubiertos en el cajón de la alacena. Corte un trozo y me lo lleve a la boca. El trozo de tostada pareció deshacerse al contacto con mi lengua, con su sabor dulzón y el olor a canela que perforaba mi gusto y olfato... estaba deliciosa.

Definitivamente el hombre es perfecto.

Casi. Casi perfecto. Si tan solo no fuera un narcotraficante...

Pero lo es.

¿Y que con eso?. Yo soy la hija de uno.

Y viéndolo bien, ya no sería policía. No después de fallar en mi misión, y además, si lo hiciera, si lograra graduarme de la escuela, ya sé suficiente sobre la turbia vida de los De Luca y ahora de otro capo que no quisiera mencionar. ¿Podría hacerme la de la oreja mocha con eso?. Claro que no. Eso me convertiría en un oficial de doble moral, justo como el coronel Aguado y yo no queria parecerme a él.

Ya está. Decidido. No regresaré a la escuela.

Total y tampoco me dejarían regresar. No después de haber fallado en el caso De Luca.

¿Que es lo que voy a hacer?. ¿Irme?.

La sola idea de no volver a ver a Dante hizo que quisiera devolver la tostada. Ya no podía seguirme engañando a mi misma. Dos cosas me quedaron claras en ese momento. Una, estaba perdidamente atraída por Dante De Luca. Y dos, tendría que decirle la verdad y ver como se lo tomaba. No tenía otra alternativa. Iría con Dante, le contaría toda la verdad y ya veríamos que sucede después.

Hice las maletas en tiempo récord, me vestí y arreglé, tome mi equipaje y el bolso de mano, dispuesta a salir a tomar un taxi. Saque las llaves del apartamento y las deje sobre la mesita junto a la puerta. Entonces vi las llaves de mi camioneta, también las dejaría sobre la mesa, pero tendría que dejar los documentos con ella. Tome mi billetera y saque el estuche platico con la tarjeta de propiedad y el seguro. Me quede observándolos por un momento, grabado con letras negras decía "Propietaria: Luna Cuentas". La camioneta es de Luna, yo soy Luna, al menos hasta que decida recobrar mi identidad, así que la camioneta es mía, me la quedo. Volví a guardar el estuche en mi billetera, tome las llaves y salí del apartamento.

Iba a extrañar la vista desde el balcón de las playas de Bocagrande, pero ni modo.

Tome mi camioneta y me fui a registrarme a un hotel. Aun tenía algo del dinero que me dieron de presupuesto para ser Luna Cuentas, con eso seguro sobreviviría un par de semanas y luego tendría que arreglármelas yo sola. Me registré en el Hotel Intercontinental,  en una habitación sencilla, sin lujos, para poder pagar al menos la primera semana de contado. Luego de instalarme, tome la camioneta y me fui a la mansión De Luca.

Algo estaba sucediendo en el lugar. Lo olí desde que me percaté del refuerzo de la seguridad en la reja de la entrada. Aun así Mendivil y sus hombres me dejaron pasar sin miramientos. Me olvidaba que ahora soy "uno de ellos". Estacione muy cerca de la entrada y respire profundo antes de bajar. Lo que iba a hacer no era nada fácil, iba a exponerme ante Dante, no solo mi fachada de encubierta, sino mis sentimientos. No es como si estuviera enamorada o algo así. Me gusta. Me gusta mucho y quiero poder conocerlo mejor, compartir con él, que se yo, es la primera vez que sentía una atracción semejante.

Baje de la camioneta con algo de recelo, porque afuera de la casa habían hombres armados que yo no conocía, no los había visto por la mansión y no parecían la clase de hombres que trabajan para Alonzo. Estos tienen más apariencia de mercenarios, con sus tatuajes y grandes armas a la vista.

¿Que sucede aquí?.

Llame a la puerta y Estela me abrió. Se veía nerviosa, pero se esforzaba por disimularlo. La salude con un ligero abrazo y me encamine a buscar a Dante. Pero me frene en seco cuando en la sala de estar vi una pequeña reunión de familia. Sentados en los grandes sofás de piel, estaban Alonzo, Rebeca, Fabrizio que ya había regresado del hospital, Carmina e incluso Malena. Pero quien más llamó mi atención fue el hombre de treinta y algo, con cabello rubio oscuro suelto y a la altura de los hombros, vestido de pantalón y camisa, que se sentaba con la pierna cruzad, y me observaba con unos ojos amarillos carentes de vida. Su parecido con Alonzo es innegable.

Enzo.

-Luna, querida, ven a conocer al hijo mayor de Alonzo-. Rebeca se levantó y vino hasta mi, me tomó de la mano y arrastró conmigo hasta la sala.

-Luna, este es Enzo De Luca-. Lo señalo muy sonriente.

El siniestro hombre se puso de pie, observándome como si me conociera de algún lugar. Luego parpadeó lento y me extendió la mano.

-Es un placer conocerla, señorita Luna...-. Su voz grave y gélida hizo que me dieran escalofríos.

-Cuentas. Luna Cuentas-. Respondí con seguridad y le di un apretón firme.

-Una mujer segura de sí misma, eso es... atractivo-. Entrecerró los ojos con malicia.

Santo cielo... Fabrizio no es de quien tengo que cuidarme.

En ese momento estuve segura que lo que dijo Juan Esteban es cierto. Todo en Enzo es siniestro. Su presencia, la forma de moverse como un felino al acecho, su voz. Es como si llevara un letrero en su frente con la palabra PELIGRO, en mayúsculas y con negrilla.

Tire de mi mano para que me liberara, me incline y mire a Carmina. Quizá es la única persona que no mostraba júbilo por ver a Enzo. Ella es la única de la familia, aparte de Dante, que saben la verdad de su medio hermano.

-Carmina, ¿puedo hablar contigo un momento?-. Pregunté con cordialidad.

Ella se puso de pie tan rápido que pensé que estaba esperando la excusa perfecta para escabullirse de la reunión familiar.

-Claro Luna, ven-. Me tomó de la mano y me arrastro a su habitación.

¿Que manía tienen los hermanos De Luca de estarme arrastrando a todos lados?.

-Y ella es...-. Pude escuchar la voz de Enzo antes de perderme en el pasillo y la escalera.

-Una compañera de estudios de Carmina-. Respondió con casualidad Alonzo.

Carmina entró a su habitación y tiró de mi hasta que estuve en medio de la estancia, luego cerró la puerta con cautela y pegó su espalda a la puerta.

-¿Puedes creerlo?-. Susurro. 

-Apareció aquí de la nada, para asistir a mi fiesta de cumpleaños. Ni siquiera lo invité-. Parecía molesta y desconcertada.

-¿Dante sabe que Enzo está aquí?-.

¿Porque susurro también?.

-No. se fue de viaje esta mañana. Dijo que regresaría a tiempo para la fiesta-. Puso sus ojos en blanco.

La decepción me invadió. No iba a poder hablar con Dante, iba a tener que seguir interpretando el papel de Luna por un par de días más.

Me quede con Carmina hasta tarde, ultimando los detalles de la fiesta. La que ahora sabía que si se iba a celebrar y en la que planeaba decirle todo a Dante.

De repente estuve ansiosa porque llegara ese día.

Los De Luca: El Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora