DIANA
Regrese a la piscina y me tumbe de nuevo junto a Carmina. Dejándome caer sin aliento.
-¿Y las margaritas?-. Me miro atentamente por encima del marco de sus lentes y con el entrecejo fruncido.
Claro, me había pasado casi media hora preparando las supuestas margaritas y ahora resulta que llego con las manos vacías. Tenía que escoger entre decirle la verdad o una buena excusa, que no se me ocurría en el momento.
-Dante-. Gruñí, extendiéndome en la silla de cara al sol.
-Ummm... ¿Dante no te dejo preparar las margaritas?-. Dijo con burla.
-Las prepare. Solo no pude traerlas. Están en la cocina, por si quieres ir tú por ellas-. Masculle medió enojada, medió anonadada.
Su carcajada me descoloco. Me quite las gafas oscuras y voltee a mirarla con los ojos demasiado abiertos. ¿En serio se estaba burlando de mi?.
-¿Que es lo gracioso?-. Le pregunte perpleja.
-Tu-. Seguía riendo.
-Y... ¿se puede saber que parte de mi te causa tanta gracia?-. Me enfurruñé.
-Te acorraló y saliste corriendo-. Sonrió ampliamente, muy pagada de sí.
¿Como lo supo?. ¿Eso de la conexión entre gemelos será verdad?
-Seguro que estás preguntándote cómo lo sé, ¿verdad?-. Me leyó la mente.
Parece que los músculos de su cara sufren de espasmo, porque no deja su sonrisa de guazón.
-Ilústrame maestra-. Ironicé, quería que se callara, pero se lo tomó en serio.
-Porque le gustas. Te lo he dicho-. Me hablo conmigo si fuera retardada.
-Lo que le gusta es molestarme-. Me crucé de brazos. Ahora si estaba molesta. No endiento porque le resulta tan gracioso que su hermano me fastidie.
-Ahhhh-. Ahogó un grito y se sentó observándome completamente fascinada.
-Te beso, ¿verdad?-.
Dios... Carmina es bruja y esconde su bola de cristal en el sostén.
Por mi mente cruzo la imagen de Dante sosteniéndome con firmeza mientras me daba el beso más estimulante de mi vida y sentí que el rostro me ardía. Seguro tenia el color de un tomate.
-¿Sabes que?. Me voy. Te veo luego-. Me puse de pie como impulsada por un resorte y empecé a caminar a todo lo que las piernas me daban.
-Oh, Dios. Si te beso-. Muy a mi pesar, lo grito y se carcajeo.
Que me absorva la tierra.
Me subí a mi camioneta y salí de la mansión De Luca. Esa familia me estaba volviendo loca. De verdad. Sentí que perdía la razón. ¿Que otra explicación hay para que los labios me hormiguearan, y mi mente insista en revivir una y otra vez aquel beso?.
Me lleve un dedo a los labios y los repasé justo como lo hizo su lengua. Casi pude sentir de nuevo los bichos que caminaron por mi estómago. Fue entonces cuando me sentí como una quinceañera, tonta, ingenua y completamente fuera de contexto. Dante es un narcotraficante. Distribuye drogas para que otros hagan de su vida un infierno. Destruye vidas. Destruye familias. Por eso es malo, para mi y para cualquiera. El malo más hermoso del planeta, pero malo al fin de cuentas. Y mi trabajo es atraparlo.
Tome el volante con una mano y con la otra le marqué a Camilo. Le hable de la nueva información. Él me escucho en silencio, y lo último que dijo antes de finalizar la llamada es que me fuera a casa y esperara nuevas ordenes.
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Los De Luca: El Alter Ego
RomanceLa vida se ha empeñado en truncarle los sueños a Diana Mendez. Sus padres no aceptan su elección de carrera, y ahora, a causa de un superior, la expulsan de la academia de la policía. Sin esperanzas y sin un lugar a donde ir, Diana acepta la única o...