Capitulo 22

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DIANA

Como lo imagine, la discusión se extendió el tiempo suficiente para que Dante argumentara que si yo no cumplía mi parte del supuesto trato que lo mantuvo del lado de los vivos, él tampoco iba a cumplir con su parte de la apuesta de la carrera, porque según él no la terminamos por el accidente. Al final, termine accediendo a la cena solo si él accedía a dejarme conducir el auto cargado hacia la Guajira. ¿Que es una cena con Dante, comparado con la posibilidad de entrar de lleno en el negocio?. No iba a perder esa oportunidad ni loca que estuviera.

Esa misma noche le dieron el alta a Dante. El mismísimo Alonzo fue a hacerse cargo de todo el papeleo y a asegurarse que en realidad su hijo estuviera bien para salir de la clínica. Ese fue un gesto paternalista que no me espere del hombre.

Una semana después, cuando ya teníamos todo el plan armado para el viaje a la Guajira y estábamos únicamente ultimando detalles, Dante me anunció que ese mismo día se cobraría su parte del injusto trato. "Esta noche te recojo a las 7. Viste formal". Eso fue todo lo que dijo y salió de la oficina de su padre sin darme tiempo de buscar alguna excusa para decir no.

-¿Vas a ir a cenar con Dante?-. Se interesó Alonzo.

Mierda. Se me encogieron los ovarios.

-Fue un trato-. No se porque tuve la necesidad de justificarme.

-Entonces no debió ser un trato muy justo que digamos-. Me guiño un ojo y sonrió con cierta condescendencia.

Me, guiño, un ojo. El mundo debe estar al revés.

Le devolví la sonrisa y salí pitando de su oficina. No podía sentir empatía por un hombre como él, no es justo ni necesario y definitivamente no debería sentirlo. Pero los últimos días que me he estado acercando más a él gracias a los ajustes de nuestra operación Guajira, lo he estado observando y no es más que un hombre de familia con un negocio difícil de llevar.

Debo haber perdido la última tuerca buena de mi cabeza.

En mi apartamento revolqué todo el guardarropa y no encontré absolutamente nada que ponerme. Ninguno de los veintitantos vestidos me pareció una buena elección. Unos muy largos o muy elegantes, otros ya me los había visto puestos y otros no se, simplemente no me agradaron. Diablos. Tuve que correr a una boutique tres cuadras más adentro de Bocagrande, donde había visto unos vestidos hermosos. Ahí tampoco fue fácil la elección del vestido, pero gracias a la asesora, salí con un completo ajuar de vestido, zapatos, bolso, accesorios e incluso ropa interior que no le hiciera marca a la exclusiva prenda que llevaría esa noche. Estuve más que satisfecha con mi compra.

DANTE

Había hecho la reserva apenas salí de la clínica, pero no se lo dije y me mantuve fingiendo desinterés hasta ese mismo día en la tarde, porque ni en las curvas le iba a dar la opción de cancelarme. Esa noche iba a cerrar el trato que me ha mantenido la cabeza turbada desde que Luna hizo su aparición en mi vida.

¿Porque será que las mujeres nos tienen que volver la vida a cuadros a los hombres?. Mira a mamá, maneja a mi padre con un dedito, él se resiste y se hace el de los pantalones bien puestos, pero todos en la casa sabemos que lo que mamá diga eso se hace. Carmina es un caso aparte, siempre se sale con la suya y Malena la imita a la perfección.

Bayron tenía la misión de ser mi conductor para la cita, porque gracias al desgraciado inmovilizador de mi hombro, no había podido conducir desde que salí de la clínica. Si por mi fuera ya lo hubiera tirado a la basura, pero con Carmina insistiendo en que era necesario para que mi hombro se curara, mamá no ha hecho más que vigilarme como un halcón.

Los De Luca: El Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora