Epilogo

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DIANA

Creí que el desgraciado de Enzo me iba a quitar a Dante antes de que pudiéramos vivir nuestra relación, pero la forma tan certera en que agujereó la cabeza de su hermano hasta quedarse sin balas me dejó perpleja. Su dedo seguía tirando del gatillo aún sin que ninguna bala saliera del cañón. El fuego azul en sus ojos y la pequeña arruga que se dibujó en el dorso de su nariz, mostraba la furia con la que quería acabar con su medio hermano.

-Dante-. Susurre y puse mi mano sobre la suya, que empuñaba el arma. 

-Se acabo amor-. Baje con lentitud su brazo. Tome su barbilla entre mis dedos y con gentileza giré su cabeza para captar su atención.

Respiro profundo y cerró los ojos con fuerza. Me lance a abrazarlo con celeridad.

La policía local no tardó en aparecer. Era más que obvio teniendo en cuenta la plomiza que se había formado. Cerca de unos doce cadáveres estaban dispersos por todos lados dentro y fuera de la casa. Pero además de eso, teníamos otro gran problema, el "paquete" número dos, como le decía Dante, era nada más y nada menos que poco más de treinta kilos de pasta de coca, la que Juan Esteban por orden de Enzo robó del cargamento que iba destinado a Reyes. Dante la recuperó de la oficina de Juan Esteban luego que Carmina le disparara y ahora estaba en la camioneta en la que Bayron trajo a mi padre, el "paquete numero uno".

-Como pudiste ser tan descuidado-. Le susurre entre dientes a Dante y fingí una sonrisa, para que los agentes que iban y venían por nuestro lado no se percataran de que algo grande estaba sucediendo.

-Disculpa princesa-. Ironizó de vuelta. -Pero no estaba pensando con claridad, quería salvar a mi mujer, y si su papá no lo conseguía, tenía un plan B. Le iba a enseñar las drogas a papá como prueba de la tradición de Enzo-. Me abrió los ojos bien grande. Pero no me importo, yo me había quedado en la parte de "mi mujer". Si, la mujer de un narcotraficante, pero es el hombre del que me enamore, y al que iba a tener que salvarle el culo otra vez.

-Espera aquí-. Dije apuntando al suelo con un dedo para que no se le ocurriera seguirme y levantar sospechas.

Me escabullí al baño con mi teléfono, que recuperamos del bolsillo de Enzo, y rápidamente empecé a enviar mi mensaje.

AGUADO

Camilo estaba frente a mi, haciendo su mejor esfuerzo para justificar su ineptitud. Le ordene encargarse de los De Luca, y el muy idiota envío a una principiante con las hormonas alborotadas a hacer el trabajo. Todo un fracaso. La ingenua terminó cayendo en las garras de Dante De Luca, un donjuán a la máxima potencia. Ahora no solo nos habíamos quedado sin poder atrapar a los De Luca, sino que ellos tenían información interna de la policía, y de primera mano.

Que terrible desastre.

-...pero mi coronel, yo estoy seguro que Diana va a recapacitar de su error y va a venir a pedir clemencia, ahí es cuando nos va a dar la información que necesitamos...-.

Bla, bla, bla. Puras estupideces. 

Mi teléfono vibro sobre el escritorio. Lo tome sin detenerme a pensar que Camilo estaba sentado frente a mi, hablándome. Igual, ni le estaba prestando atención. Pulse la tecla para desbloquearlo y empezaron a entrar una serie de fotografías. No pude respirar. La corbata me estaba ahorcando.

No puede ser... fui lo suficientemente cuidadoso para no permitir que me fotografiaran con él.

Alonzo De Luca y yo, felices y brindando en el cumpleaños número quince de sus hijos.

Debieron tomarlas a escondidas.

-Maldita sea-. Mi puño se estrelló contra la mesa.

-Coronel, ¿está usted bien?-. Camilo me miro con esos ojos brotados y saltones.

Los De Luca: El Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora