Capitulo 11

4.2K 269 12
                                    

DIANA

Nos sentamos en una mesa lateral, cerca del estacionamiento del restaurante árabe al que Dante nos trajo a cenar. Yo no quería venir, después de lo que vi ayer lo último que quiero es relacionarme con Dante, pero muy a mi pesar, por lo que representa Dante en la organización De Luca, tendré que convertirlo en mi próximo objetivo. Ahora Carmina paso a un segundo plano.

El teléfono de Dante vibró sobre la mesa, con el nombre de "Reyes" en la pantalla. De inmediato tomó el teléfono y la hermosa sonrisa que tenía segundos antes se desvaneció instantáneamente.

-Discúlpenme pero debo contestar. Es importante-. Se puso de pie, dejo la servilleta sobre la mesa y se fue a contestar la llamada a una zona abierta que hacía las veces de estacionamiento.

Me quede asombrada del poder que su presencia tiene sobre las mujeres, porque no fue más que se levantara de la mesa para que muchos pares de ojos recayeran sobre su espectacular anatomía. Incluidos los míos, pero porque estaba atenta a la llamada.

¿Quien será ese tal Reyes?.

Lo observé atentamente mientras Carmina parloteaba algo cobre sus aventuras nocturnas con su bobón de chocolate. Sus hombros estaban tensos y manoteaba de vez en cuando. Lo que fuera que estuviera hablando, lo tenía bastante alterado.

Carmina seguía parloteando, esta vez de no sé qué viaje que iba a hacer próximamente, mientras yo asentía y respondía con uno que otro monosílabo. En realidad no le estaba prestando mucha atención que digamos, mi atención estaba concentrada en Dante y su llamada.

Él continuaba al teléfono, caminando en círculos y pasándose la mano libre por el cabello. Cuando se dio vuelta, de frente a nuestra mesa, su mirada conectó con la mía. De inmediato sentí una opresión en el pecho, pero era incapaz de dejar de mirarlo. Entonces me sonrió, como si estuviera viendo su persona favorita en todo el mundo. Mi corazón se salto un par de latidos y luego tuve taquicardia. Después sus ojos se cerraron y su rostro adoptó una expresión de sufrimiento, que hizo que me pusiera de pie instintivamente.

Empecé a caminar hacia él como si fuera de metal y él un imán con un gran poder de atracción hacia mi. No había pensado mi movimiento, no sabía que era exactamente lo que estaba haciendo, estaba actuando por puro instinto. Solo sabía, por la forma en que me había sonreído antes, que tenía el poder de calmar su tormento, y ese era mi propósito en ese momento.

Dante se había dado vuelta nuevamente, de manera que ahora tenía una perfecta vista de sus amplios y musculosos hombros. Camine hasta él sigilosamente y no pudo escuchar que me acercaba.

-Esta bien. Yo mismo haré la entrega-. Le escuché decir. Esa afirmación rompió el hechizo bajo el cual me encontraba.

Detuve mi mano justo antes de que se posara sobre su hombro y la empuñe al tiempo que recordaba quien es exactamente Dante De Luca. Él no es un hombre atormentado que necesite que le ayude a calmar sus demonios. Él es el demonio que causa todos sus tormentos.

Baje mi brazo y di media vuelta dispuesta a regresar a la mesa, donde Carmina nos observaba con atención. Pero antes de siquiera dar un paso, sentí que una mano rodeó mi cintura. Mis ojos saltaron de la mano posesiva que me encerraba, al hombre guapo y sexy junto a mi, con esa mirada enmarcada por unas gruesas cejas negras y mullidas pestañas que le dan una profundidad infinita a sus ojos azules.

-¿Me buscabas?-. La sonrisa retorcida y el tono de suficiencia con que lo dijo, hizo que me reprendiera internamente por lo estúpida que había sido.

Él tiene un momento de debilidad y yo corro a su rescate.

Que idiota.

-Naaaa. Solo quería saber si te ordeno postre-. Imite su tono y me encogí de hombros restándole importancia al asunto.

Los De Luca: El Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora