DIANA
Me subieron a la parte de atrás de su camioneta, junto a Carmina y ambos hombres abordaron la parte de enfrente. Mentiría si digo que no sentí un vacío extraño en el estómago de solo pensar que iba a conocer al gran Alonzo De Luca, el capo de los capos. Algunos dicen que tiene el olfato de un gallinazo, porque detecta a los mentirosos con solo observarlos.
Trague el nudo que amenazaba con cerrarme la tráquea.
Estaba relativamente nueva en la ciudad, pero luego de pasar el aeropuerto, supe que nos dirigíamos a la carretera hacia Barranquilla.
Perfecto. Tan lejos y sin auto en que escapar. ¿Algo más?.
Me quede mirando a través de la ventanilla, aunque cada vez se oscurecía más y había menos paisaje que disfrutar. Podía sentir la mirada de Carmina sobre mi, pero si ella no lo hacía, no sería yo quien rompiera el incómodo silencio.
Después de pasar unos condominios de gente adinerada, en el sector llamado Barcelona de Indias, la camioneta dio vuelta a la derecha por un camino destapado que duró poco menos de medio kilómetro, hasta que unas grandes puertas de hierro forjado aparecieron frente a nosotros.
El grandulón de enormes manos, que conducía la camioneta, bajo la ventanilla y se mostró frente a la cámara que colgaba de la esquina superior de la reja, con la mano afuera del vehículo. No me pasó por alto el gesto con 3 dedos al frente que hizo, debe ser alguna señal de que todo está bien.
La cerradura electrónica de la puerta se abrió dando paso a otro camino, este sí pavimentado y demarcado con altas palmeras a ambos lados. La camioneta empezó a avanzar y por entre las palmeras pude ver que la propiedad es enorme, no había límite visible, solo se podía contemplar el prado perfectamente cuidado y podado, lo cual no debe ser una tarea fácil teniendo en cuenta las temperaturas de la ciudad.
Más adelante en el camino, se izó la flagrante mansión De Luca. Una casa que de frente perfectamente puede tener alrededor de 200 metros, calculando al ojo y comparando con el largo de una piscina olímpica. Armada por cuadrados y rectángulos, con igual cantidad de paredes en vidrio y granito blanco, y largos balcones cercados en cristal. Muy al estilo de las urbanizaciones mas exclusivas de Miami, es una belleza de la arquitectura moderna, sin lugar a duda. A escasos metros de la entrada, el camino se dividía en dos surcando la edificación. La camioneta giró hacia la izquierda y nos encontramos una enorme puerta blanca de garaje. El señor manos gigantes, accionó un botón en el tablero de la camioneta y la puerta se elevó. Adentro la cosa no se ponía menos extravagante. Estacionados en el interior del garaje, había al menos unos quince vehículos entre automóviles, camionetas y motos, todos de gama alta. Tuve que esforzarme por no abrir los ojos como platos. A simple vista los vehículos no parecían tener un orden, pero observando mejor, a un lado estaban los vehículos de corte deportivo y al otro lado los más elegantes.
La puerta de mi lado se abrió, sacándome del estupor al que me había sometido la inmensa belleza de los autos. Mire atrás y Carmina ya había bajado de la camioneta. Acepte la enorme mano negra que se ofrecía a ayudarme a bajar y una vez cerró la puerta detrás de mi, me ordenó seguirlo.
Atravesamos la puerta interna del garaje y nos recibió una enorme sala de estar, tan impresionante como todo lo que había visto hasta el momento. Suelo de mármol beige, paredes pintadas de hielo, muebles en cuero blanco y grandes lámparas de cristal que colgaban del alto techo. Todo ahí gritaba lujo y buen gusto.
-Espera aquí-. Me hablo el escolta, mirándome sobre su hombro y siguió andando hasta desaparecer en un pasillo lateral a sala.
Seguí observando a mi alrededor y me quede de piedra al ver que sobre el sofá principal de la sala estaba colgada "La tormenta en el mar de Galilea", que esperaba sinceramente fuera una réplica exacta y no la pintura perdida de Rembrandt. Me sentí atraída por ella como mosca por la luz de un foco. Camine hasta quedar a pocos metros frente la pintura y la estuve observando por no se cuanto tiempo. Sin pestañear. Absolutamente maravillada.
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Los De Luca: El Alter Ego
RomansaLa vida se ha empeñado en truncarle los sueños a Diana Mendez. Sus padres no aceptan su elección de carrera, y ahora, a causa de un superior, la expulsan de la academia de la policía. Sin esperanzas y sin un lugar a donde ir, Diana acepta la única o...