DIANA
Hicimos el amor otras dos veces, hasta que quedamos exhaustos y plenos. Me dormí con la cabeza sobre su hombro, mi brazo atravesando su abdomen, y mi pierna sobre las suyas. Su brazo rodeaba mi espalda, y el subir y bajar de su pecho me arrullaba. Estaba profunda, hasta que sentí sus manos acariciando la piel de mi espalda. Me revolví para acomodarme mejor y que pudiera seguir con esa caricia, que poco a poco estaba despertando nuevamente mi deseo.
He oído que el sexo mañanero es el mejor de todos.
Pero entonces sus dedos tocaron mi costado haciéndome revolver y soltar una carcajada. Abrí los ojos de golpe buscando los suyos.
Oh, mi Dios.
El mejor momento de sus ojos es el despertar, porque sus iris son del color exacto del mar, azules y profundos. Me quede embelesada admirándolos.
-Voy a pensar que me salió un tercer ojo mientras dormía-. Su voz recién levantada es ronca y muy sexy.
Sonreí y negué con la cabeza.
-Es que tus ojos son más hermosos a esta hora del día-. Le aclare un tanto tímida.
Se quedó con una máscara inexpresiva. Pensé que había dicho algo malo, entonces mi sonrisa se borró completamente.
-¿Te he dicho que te amo?-. Me pregunto con completa seriedad.
Ahí pude volver a sonreír.
-Si, lo hiciste. Anoche bajo la lluvia, y después de hacerme el amor-. Torcí mis labios con picardía.
-Eres una completa seductora-. De un movimiento estuvo sobre mi, atacándome a cosquillas.
-Basta-. Me reí a carcajadas.
Estaba disfrutando del momento, hasta que la puerta se abrió con fuerza, golpeando contra la pared. El sonido me hizo pegar un grito. Dante se bajo de la cama de un salto y yo rebusqué en ella las sábanas para cubrirme.
Enzo entró en la habitación, seguido de un grupo de sus hombres. Dante se puso el bóxer en tiempo récord y salió a su encuentro.
-¿Que haces aquí, Enzo?-. Le pregunto con la voz más fiera que le haya escuchado hasta el momento.
-Guau hermanito, si que te has estado ejercitando-. Esa fue su respuesta. Luego quizo rodear a Dante para llegar hasta la cama, donde yo estaba, pero éste se interpuso en su camino.
-Lárgate-. Le gruño Dante.
Enzo levantó su índice y negó al tiempo que hacía ese chasquido repetitivo con su lengua.
-Veras querido hermanito, he venido a llevarme a tu noviecita. Papá quiere verla. Ahora-. Hizo énfasis en esta última palabra, y con ella mi alma cayo a los pies.
Alonzo De Luca quiere verme. Esto no puede ser nada bueno.
-¿Porque?-. Dante se negaba a hacerse a un lado.
-Porque descubrimos que es una policía-. Lo dijo con toda la calma y frialdad que pudo reunir.
Dante se dio la vuelta con los ojos abiertos como platos, mirándome completamente estupefacto.
-Dante, no. Déjame explicarte-. Le supliqué arrastrándome por la cama para llegar a él.
Dante estaba de piedra. Ahí semi desnudo e inmóvil, ahora si parecía la perfecta escultura humana que es.
-Ahórrate las explicaciones para quien si debes dárselas. A mi padre-. Enzo paso junto a Dante, que esta vez no se interpuso en su camino, llegó hasta la cama y me tomó de las muñecas.
ESTÁS LEYENDO
Los De Luca: El Alter Ego
RomanceLa vida se ha empeñado en truncarle los sueños a Diana Mendez. Sus padres no aceptan su elección de carrera, y ahora, a causa de un superior, la expulsan de la academia de la policía. Sin esperanzas y sin un lugar a donde ir, Diana acepta la única o...