Capítulo 9

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Tenía tan borrosa la noche anterior que le sorprendió el no haberse despertado en una zanja.

Las copas se le fueron de las manos, los cigarros de tabaco se le fueron de las manos, y los que no eran de tabaco también. Pronto todo fue una nube confusa de palabras, de gritos, de recuerdos a media voz donde incluso él tuvo problemas para identificar qué era real de lo que su propia imaginación estaba inventándose para dañar aún más su imagen.

Lo primero que notó al despertarse fue la dificultad para respirar, pero eso no era novedad. Lo que sí era el haberlo hecho sin nadie a su lado. Le dolía demasiado la cabeza como para diferenciar las caídas del Sol, y tratar de pensar en cómo no hay ninguna espalda al alcance de su tacto.

Pero luego reconoció sus sábanas y su colchón, y entendió por qué estaba solo: ni siendo la persona más borracha de Madrid invitaría a una chica a volver a su piso. Ni ahogado en alcohol. Su piso era solo suyo, al igual que su cama, la cual se negaba rotundamente a compartir con nadie más.

Se llevó las manos a la cabeza al incorporarse y sentir que el mundo entero le daba vueltas, y vueltas, y más vueltas. Demasiadas. Tantas que debió correr hacia el baño a arrodillarse frente al inodoro a vomitar, como si fuera un adolescente experimentando su primera resaca que salió muy, muy mal.

Los huesos le dolieron al hincarse, y se repitió una y otra vez que no tenía edad para eso, para pasarse tanto en la noche y fingir que su cuerpo no lo iba a odiar a la mañana siguiente, buscando su propia autodestrucción con tal de no tener que vivir más un amanecer como ese. Y no lo culpaba. Él también saldría de sí mismo si pudiera hacerlo.

Eso era exactamente a lo que no quería llegar, a lo que temía llegar, cuando aceptó la propuesta de Miriam de acompañarla a la gala. Tenía terror que las heridas que creía ya cicatrizadas en realidad no lo estuvieran una mierda, y solo esperasen el momento indicado para abrirse y dejarle vulnerable ante las infecciones del ambiente. Infecciones como volver a ver a Aitana Ocaña después de cinco años.

Era lo más parecido a una enfermedad psicosomática que conocía.

Gritarle como si ella siguiese teniendo diecinueve años y él veintinueve le parecía más que surrealista, pero nada lo había preparado para presenciar la reunión con el grupo de amigos. Ver como todos le echaban de menos le dolía más de que lo que admitiría nunca, porque su mente le traicionaba, haciéndole creer que en el fondo ellos hubieran preferido que fuera él el que dejase el país y no ella, por claras preferencias.

Amaia y Alfred siempre habían sido de ella, de eso no tenía ninguna duda. Después de todo, nunca había conocido amigas tan unidas como la navarra y la catalana, aquellas que se colaron poco a poco en lo que solía ser una amistad solo de tres, haciéndose querer desde el primer día. Ellas conocieron a Ana porque con Amaia compartían profesor de piano en un centro privado, y fue la canaria la que se las presentó al resto.

Siempre creyó que con Aitana fue amor a primera vista.

Pero ella le insistió siempre que no, que no podía ser, que eso no existía. La atracción a primera vista sí, y ella misma había aceptado sentirla el instante en el que sus ojos se posaron en él, una noche en el piso que compartían Roi y Ana, la primera vez que cenaron todos juntos cuando él se había pasado la mitad de la reunión con una guitarra pegada al pecho, sintiéndose levemente invadido. No era fan de la el concepto de «grupo de amigos», ya que a él ya le bastaba con ellos dos y le parecía algo infantil, pero cuando la canaria puso grito en el cielo con el énfasis de invitar a sus dos nuevas amigas a conocerles, simplemente no pudo negarse.

No es como si ella le hubiera dado opción, tampoco.

Solo Alfred García, un amigo de las noches de micrófono en vivo de la tienda de música que trabajaba Roi, había estado en las puertas de incluirse en ese trío de tantos años. Y él también fue invitado esa noche, como para tratar de matar dos pájaros de un tiro. O tres.

El cerebro de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora