Pues, esto es larguísimo.
Pido que leáis con atención y no asumáis nada hasta terminarlo porque, bueno, sino no tiene gracia (?).
Gracias. Al fin.
-Pam.
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«El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del mundo», decía un proverbio chino antiguo.
Esto derivó a un concepto famoso llamado el Efecto Mariposa, que estaba íntegramente relacionado con la Teoría del Caos, la cual aseguraba que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un suceso podían provocar grandes diferencias en el comportamiento del futuro, siendo el resultado final imposible de predecir.
Todas las personas, de algún modo, estaban batiendo sus alas invisibles de forma constante imitando el efecto mariposa. A veces, un pequeño acto de bondad puntual podía propiciar un cambio formidable en otras personas, como el comentarle a tu viejo amigo de tus años universitarios que tenías a una promesa del ballet entre tus manos, que por qué no se daba una vuelta por tu academia para ver si valía la pena, y así hacer nacer una obra maestra desde debajo de las piedras, cambiándole el curso de su vida a dicha bailarina, para bien. A su vez, una acción inocente determinada de su protagonista la noche del estreno de la obra podía cambiar el curso de su vida para siempre, para mal.
«No puedes cambiar a alguien sin destruir lo que fue», proseguía el proverbio.
El cambio era inminente, casi necesario. Probablemente otra acción se hubiera derivado de esa misma noche para destruir lo que fue, porque de alguna u otra forma Aitana Ocaña debía cambiar, evolucionar a una nueva versión de sí misma. Y esto iba a darse de todas maneras, con o sin esa destrucción.
«La vida es como una barca: un remo lo mueve mi mano y el otro remo lo mueve el azar», continuaba, un rezo de la misma índole.
Había aspectos del comportamiento que aun quedando al azar eran capaces de trazar un antes y un después. De modificarlo todo. De propiciar un determinado impacto en el entorno del que no siempre la gente era plenamente consciente.
Un remo lo movía Aitana en su barca, el remo que utilizó siempre, el que todo profesor le alabó, el que generaba admiración en sus pares: su perseverancia, su determinación, su capacidad para mantenerse centrada y darlo todo por su danza. Ella siempre había hecho todo lo que estaba a su alcance para conseguir lo más similar posible a la perfección, y por supuesto nunca menos que eso.
La habían criado con la fiel creencia que con verdaderas ganas todo se podía en la vida, y por eso había desarrollado la faceta más controladora de sí misma, la que hacía interminables listas de pros y contras antes de actuar en momentos claves, para estar plenamente enterada de a lo que se estaba topando a la hora de mover su remo.
Pero el otro remo existía, siempre lo había hecho. Ese azar la había hecho conocer a Amaia Romero, porque justo la habían anotado al mismo instituto al que iba la niña recién llegada de su querida Pamplona. Fue un golpe de suerte. Fue una casualidad del destino que fuera justamente ese instituto el que quedase a medio camino de su casa y la Academia Triunfo. Fue azar.
Fue azar que Amaia conociese a Ana Guerra en sus clases de piano. Fue azar que Ana fuese lo suficientemente simpática como para querer presentarle a sus amigos, y fue azar, puro y duro, que esos amigos que tenían tantas diferencias con ellas dos pudiesen encajar tan bien con sus matices y vértices.
Porque si el batir de las alas de la casualidad no la hubiese dejado caer en aquel centro académico, Aitana nunca hubiese conocido a Amaia. Y si nunca la conocía, definitivamente nunca iba a toparse con Ana. Y sin ella, jamás hubiera conocido a Luis Cepeda.
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El cerebro de la mariposa
Fanfiction[Aiteda. Universo alternativo] La mariposa monarca tiene un cerebro de apenas del tamaño de la cabeza de un alfiler, pero posee una brújula cuyo referente fijo es el Sol, con un reloj circadiano sumamente exacto basado en un ciclo de veinticuatro ho...