●●●● N ᴇ ɢ ʀ ᴏ

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S O P H Í A________

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S O P H Í A
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Estaba de pie, desnuda y frente al espejo, el cual ahora se encontraba intacto en su sitio. Justo como había estado antes de que me cayera encima. Pero, lo que no comprendía era que los cortes seguían en mi piel y la sangre escurría debajo de mi ceja izquierda, donde el espejo me había golpeado. Me acerqué un poco más, sorprendiéndome al ver que mi reflejo no estaba allí, solo un vacío que terminaba en una profundidad negra que provenía desde el muro. Miré hacia atrás. La pared estaba como siempre. Volví la mirada hacia el espejo y aquel agujero continuaba allí. De pronto, niebla de color negro brotó del mismo, traspasando el cristal, llenando mis pies y todo el piso que cubría mi habitación. Algo se removió dentro de la oscuridad. Me acerqué un poco más, y percibí un pequeño movimiento lento y húmedo. Entonces, la cabeza de una gran serpiente negra saltó de golpe, saliendo por el cristal; haciéndolo añicos al cruzar. Me tomó por la cabeza en una mordida, con su cuerpo frío enredándose en mí, apretándome y envolviéndonos en sangre que escurría de los cortes en nuestras pieles a causa de los vidrios rotos.

Me desperté de golpe el lunes y llegué al colegio casi arrastrándome. Me sentía cansada, débil y la sensación de asfixiarme desde que había despertado de aquel sueño no me había abandonado. Todo era exactamente igual, excepto por el esfuerzo sobrenatural que estaba haciendo por evitar a Diego. Puesto que, cuando llegó esa mañana, me hice la dormida para no tener que saludar, sabiendo bien que eventualmente lo tendría que hacer. Una vez que me reincorporé, él me saludó. Por el rabillo del ojo noté que sonreía, recorriéndome el cuerpo de pies a cabeza. Respondí el saludo sin mirarlo, forzando una sonrisa y haciéndome la tonta al buscar ninguna cosa en particular en mi mochila.

El resto de la mañana corrió intensamente. Al parecer, ese día los profesores se habían tomado muy en serio su profesión. Las vacaciones se acercaban, y, por consiguiente, vimos un montón de temas nuevos de forma acelerada. Para mi buena suerte, Diego estuvo muy ocupado poniendo atención esta vez, mientras yo pretendía que también lo estaba. Aunque, en realidad estaba más preocupada por el derrame que estaba a punto de darme. Mi pulso estaba tan acelerado por el nerviosismo de enfrentar a Diego y sentía que todo el salón podía escuchar mi corazón, golpear dentro de mi pecho, al imaginar un montón de situaciones y escenas inciertas en las que había preguntas y respuestas que Diego pudiera o no llegar a hacer.

Para cuando sonó el timbre del descanso, prácticamente volé hacia el pasillo. Me escondí entre la multitud, hasta lograr ver a Michelle salir.

—¡Hey!, ¿Está todo bien?, ¿por qué saliste tan deprisa?

—Sí. Es que... Me estaba haciendo pis —contesté rápidamente. Ella entrecerró los ojos. Sabía que algo me rondaba en la cabeza. Sin embargo, no hizo preguntas y agradecí que no lo hiciera, pero eso no la detuvo de mirarme fijamente, haciendo el intento por leerme la mente.

Caminamos juntas hasta la cafetería y escogimos una mesa para sentarnos. Nos quedamos un par de minutos incómodos sin hablar y sin hacer nada. Se suponía que era hora del almuerzo, pero había olvidado mi desayuno y tampoco había llevado dinero para comprar algo. De cualquier manera, ¿Quién podría comer algo en ese estado? Michelle se quejó un par de segundos después, al ver el almuerzo que llevaban algunos chicos.

LUCIÉRNAGA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora