S O P H Í A
________Un destello sutil, color menta, apareció por el rabillo de mi ojo, iluminando la habitación oscura en la que nos encontrábamos. El golpe de su perfume fresco llegó casi a la par en que encontré sus ojos en un rincón. Era Diego. Recién había llegado y me guiñó un ojo tan seductoramente que, de no ser por la pésima postura que tenía, fácilmente me hubiera derretido por aquel gesto. Por el contrario, su presencia me hizo erguir la espalda. Entonces, fui más consciente de la situación en la que me encontraba.
Esa noche, Lalo había llegado acompañado de un chico llamado Sebastián, a quien recordaba bien de Montecarlo, y desde su llegada, prácticamente se quedó pegado a mí como una ventosa. Él era agradable y absolutamente atractivo. Sus intenciones fueron demasiado obvias desde el inicio y las indiscreciones de Ángela tampoco lo hicieron sencillo de lidiar. Pero, a él no pareció afectarle. Se le veía tan cómodo en su propia piel que no le daba espacio al miedo; incluso de mí. Sus ojos eran como chispas y aunque no me provocaban nada en absoluto cuando me miraba, me interesó la manera tan natural de tratarme y hacerme ir de conversación en conversación, distrayendo la tortura que usualmente me abordaba cuando tenía chicos demasiado cerca; esa asfixiante sensación de pequeñez y que solo me obligaba a necesitar defenderme de algo que no lograba comprender. Por el contrario, con Diego, eso jamás me sucedía. Con él podía respirar al grado de volar. Con él no existía el miedo.
Aún tenía cosas por hacer. Necesitaba cambiarme de ropa, maquillarme, y quizás, ensayar un poco, pues a Leo se le ocurrió cambiar de último momento el repertorio preparado. Pero, Sebastián no conseguía cerrar la boca y Ángela continuaba tirando de mí para obligarme a actuar "apropiadamente" frente al chico, hasta que tuve suficiente de su control y de Sebastián, quien al comenzar con ese aburrido coqueteo, haciendo exagerados y continuos cumplidos, fue el momento perfecto para huir. Y mientras balbuceaba lo molesta que me sentía, Diego me sorprendió a medio vestir.
El único baño disponible, Leo, lo había deshabilitado con su peste a mierda infernal. Por lo que, no quedó más remedio que cambiarme en el baño al que le habían arrancado la puerta. Y fue allí, en ese pequeño espacio, donde corroboré el poder que tenía la simpleza de unos ojos. Sus ojos. Cualquiera hubiera hecho el intento por cubrirse, pero con él, prácticamente me pareció un crimen cubrirse. Sus ojos tenían la capacidad de tocarte y de llegar hasta lo último de los huesos, como si ellos fueran un filo levantando impecablemente la corteza de un árbol. Mi piel dejaba de ser piel y me convertía en una bombilla gigante de luz caliente, porque sí, ahora, sabiendo que él se ocultaba detrás del muro para darme privacidad, descubrí que me gustaba arder cuando él me miraba y que no tenía problema en que eso se me volviera vicio.
Por primera vez, me permití perder la compostura en el escenario, al nivel del desquicio total. En innumerables veces, soñé con hacer tales cosas, y hacerlo realidad se sintió tan malditamente bien que, me costó demasiado regresar a la tierra. No paraba de reírme y me concentré demasiado en disfrutar como se me iba apaciguando la adrenalina. Toda mi ropa estaba mojada de cerveza, mi cuerpo magullado por haber nadado sobre tantas manos. Pero, aun así, estaba imposiblemente satisfecha y feliz de haberme permitido aquello. Sin embargo, entre la multitud, se acercó aquello que todavía no decidía si podía permitírmelo. No me gustaban las sensaciones que me abordaban cuando estaba cerca, no me gustaba la persona en la que me convertía. Pero, sobre todo, no sabía por qué me sentía tan derrotada cuando la posibilidad de experimentar amor se me acercaba. Simplemente, podía verlo sonreír en cámara lenta, tocándome demasiado, hablándome sin que yo pudiera entender lo que decía hasta que los ojos de Sebastián cayeron en mi boca, y la oportunidad que había esperado por años, se diluyó cuando dije 'no'; sin saber por qué no, por qué sí, por qué.
ESTÁS LEYENDO
LUCIÉRNAGA ROJA
Romance"𝐸𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑓𝑙𝑒𝑗𝑜". Inspirada en la mitología mesoamericana, la Serpiente Emplumada, después de haber estado rodeada de huesos antiguos como resultado de un genocidio oculto, como ca...