D I E G O
________Me quedé sin aire, sintiendo como se me iba la vida. La miré, rezando para que no se desintegrara y fuera un sueño. No podía creer que lo había dicho. Sophía apretó sus ojos con fuerza y ocultó su rostro, como si hubiera sido sentenciada por deshonra. Las hojuelas rosadas se habían apoderado de su cuerpo, lloviendo dentro de ella. También cerré los ojos, resoplando y recargando mi frente en la puerta, a un costado de su cabeza.
–Lo siento... Lo siento tanto –susurró. Mi cuerpo dio un respingo al escucharla.
¿Por qué lo siente?, ¿tanto lamenta que le guste? Pensé. Ella hizo ademán de querer irse. Abrió la puerta, pero la interrumpí, cerrándola de nuevo.
–Tú no te vas a ningún lado –dije. Sophía se volvió, encarándome–. ¿Por qué?, ¿por qué ahora? –Conseguí preguntar, pues no sabía ni por dónde comenzar. Quería saberlo malditamente todo.
–Creo que nunca dejé de hacerlo –confesó. Casi me da un derrame.
–¿Qué?, ¿y por qué te negaste desde un inicio?
–Porque no estaba lista.
–¿QUIÉN MIERDA ESTÁ LISTO PARA ALGO A LOS CATORCE, SOPHÍA? –Perdí la paciencia. Me froté la cabeza, incrédulo. Entonces, la miré feo «¿Por qué no estás hablando?» Reclamé a sus ojos, luego de que se quedara muda.
–Tenía vergüenza –habló por lo bajo, como una niña regañada.
–¿De mí? –Quise saber, sintiéndome muy ofendido.
–No. De mí –respondió, mirándome por encima de sus pestañas. ¿Qué demonios? Pensé, hastiado de no comprender–. Eras muy discreto –Comenzó a decir. Inmediatamente, todo el cuerpo me empezó a doler, recordando. Nunca mencionaba el pasado, nunca recordaba, nunca pensaba siquiera en ello, porque dolía hasta la última de mis células–. Nunca imaginé lo que sentías. Era tan sencillo y natural estar a tu alrededor que... Cuando lo confesaste, no pude evitar sentir que me habías traicionado –explicó.
–¿Por qué? –Insistí, frunciendo el ceño, en un intento por controlar el dolor que me producía verla como se le aguaban los ojos.
–Por mirarme sin que yo lo notara –Esta vez levantó la mirada y la clavó en la mía, desgarrándome–. Porque yo... Ni siquiera era capaz de mirarme al espejo sin tirarme mierda y... Yo no quería que vieras todo eso que yo odiaba. –Hizo una pausa, dándome tiempo de digerirlo. Pero me negué a hacerlo–. Diego, mi intención no fue joderte. Sé que no lo hice de la manera más adecuada...
–No. No lo hiciste –Interrumpí–. Siempre me pareció tan injusto que, incluso, te negaras al tiempo. En realidad, yo no iba por un "sí", Sophía. Pero tampoco quería un "no". Solo te quería a ti, sin que creyeras que éramos los "mejores amigos". Quería que me quisieras con el tiempo –expliqué con total despecho, viendo como sus lágrimas se escurrían por sus mejillas.
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LUCIÉRNAGA ROJA
Romance"𝐸𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑟𝑒𝑓𝑙𝑒𝑗𝑜". Inspirada en la mitología mesoamericana, la Serpiente Emplumada, después de haber estado rodeada de huesos antiguos como resultado de un genocidio oculto, como ca...