Capitulum XLI

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Capitulum XLI

Edric me cojee de la mano, o al menos lo intenta, la aparto rápidamente dando dos pasos atrás. Le doy una mirada seria mientras me cruzo de brazos, aun siento las lágrimas secas en mis mejillas pero la furia hace que olvides muchas cosas. Una de ellas, por ejemplo, es que te ves horrible luego de llorar como bebe en brazos de uno de sus padres.

-Explícate, Edric. No tengo todo el maldito día-gruñí con molestia ante su intencionado silencio. Fruncí el ceño al ver que aun así no hacía amago de querer contarme nada, en un rápido y fluido movimiento le cogí por la muñeca y se la puse tras la espalda con gran agilidad y le retorcí el brazo.

-¡¿Qué haces?!-me gritó tratando de soltarse. Hice más presión haciendo que él soltara un jadeo adolorido.

-Sabes, creo que si hago así...-forcé su brazo a torcerse una posición anormal. Él soltó una pequeña maldición.

-Eve, no tengo yo la culpa fueron ellos los que-no le dejé seguir y acerqué su cuerpo al mío haciendo que su brazo quede atrapado entre mi cuerpo y el suyo. Puse mi cabeza en su hombro, recostándome y sin soltar su muñeca en ningún momento, sonreí de lado. Bufé en su oreja haciendo que se estremeciera, su movimiento involuntario ocasionó que su muñeca hiciera un pequeño sonido de queja.

Si no hablaba, acabaría con un esguince en el brazo pues no tengo pensado soltarle. Si se hace daño será su culpa.

Me acerqué a su oído y mordí su lóbulo, el jadeo pero no precisamente de dolor. Me acerqué más y susurré tranquila y pausadamente:

-Edric, tu frágil muñeca se está resintiendo. ¿Cuanto crees que aguantará? ¿Un movimiento?-más presión-. ¿Dos?-lo retorcí y él abrió la boca para decir algo pero solo pudo gritar de dolor cuando volví a hacer el mismo movimiento que anteriormente.

El pasillo estaba vacío y el doctor aun se encontraba dentro, al parecer nadie se estaba dando cuenta de esta pequeña tortura improvisada.

-Vamos Edric, sé que lo sabes y sé que también sabes que si no hablas....-me reí sarcásticamente echándole todo mi caliente aliento en su oreja. Una pequeña sacudida arremetió contra su cuerpo, no varié mi agarre seguía igual de potente que antes. Así que, otra vez, lo estaba torturando indirectamente.

-No creo que aguante más Precioso-pasé mi mano izquierda por su muñeca viendo que tomaba un suave rojo fresa.

-¡Maldita sea, hablaré pero suéltame!-exclamó desesperadamente. Sonreí con triunfo mientras soltaba su muñeca y lo empujaba hacía adelante. Trastabilló para luego girarse, me sorprendí al ver que unas brillantes lágrimas caían de sus mieles ojos.

Hice una mueca de disculpa.

-Lo siento Precioso, los negocios son negocios-me encogí de hombros, Edric se frotaba la muñeca con tranquilidad y una mueca de dolor profundo. Estaba hermoso, tenía una suave capa de sudor cubriendo todo su cuerpo y algún que otro pelo se había pegado en su frente, y sus ojos cristalizados le daban un brillo embriagador.

-Negocios-masculló de mal humor-. De eso va el tema Eve, negocios.

Sabía que ya no se estaba refiriendo a su muñeca, se refería a la razón por la cual tendría un buen moratón dentro de poco.

-¿Qué tiene que ver eso que tardaran una jodida semana en decirme que mi amigo, por el que he llorado como gilipollas, está vivito y coleando?-cuestioné resentida usando mi diccionario de palabrotas, hablar bien era lo que menos tenía ganas de hacer en estos momentos.

-Eve, teníamos que asegurarnos de que era seguro-suspira clavando la mirada en el suelo siguiendo con su respuesta a la pregunta que he formulado-. Podían intentar matar a Tyler en cualquier momento, no queríamos que te hiciera ilusiones además si venías antes de tiempo podían matarte a ti y a todos. Sí lo mataban solo teníamos que decirte que había sido diagnosticado muerte cerebral, tu llorarías pero no tendrías la necesidad de venganza y no te volverías loca haciendo así que tu sed de venganza llevara también a tu muerte. Eso me dijeron ellos y, en lo poco que te conozco, sé que podrías hacerlo perfectamente Eve. Te protegíamos a ti-explicó aun con la mirada clavada en el suelo.

Me puse a analizar todo lo que había dicho.

-¿Por qué te lo dijeron a ti y no a mí? ¿Por qué tu eres hombre y yo mujer?-espeté con rabia, no entendía como podían haberle explicado eso a Edric y a mi no. Estaba ofendida, muy ofendida y eso no es bueno.

Él elevó la mirada de golpe para luego rodar los ojos y elevar las manos mienrtas miraba al cielo.

-¡Oh, dios! ¿Qué no entiendes?-volvió a bajar la mirada atravesándome con ella-. Ellos me lo dijeron a mí por dos razones: La primera; llevo haciendo negocios con ellos desde hace dos años y, la segunda; les da igual si yo muero pero si mueres tú....-cierra los ojos para pensar en la palabra correcta para luego negar con la cabeza confundido-. Ellos, no sé, creo que se volverían personas muy malas Eve, malas de verdad. Eres lo único por lo cual siguen luchando, por lo cual no se lanzan a matar a los que hicieron daño a su amigo. '

La declaración de Edric me dejó muda, sopesé un momento que decir para luego ponerme firme.

-Matadlos.-Ordené firmemente.

-¿Cómo?-se quedó mudo de la impresión.

-Si puede matarlo, quiero que lo hagan pero quiero ir con ellos. Quiero ver la sangre de ese maldito correr Precioso y la veré, aunque eso me cueste la vida.

 Quiero ver la sangre de ese maldito correr Precioso y la veré, aunque eso me cueste la vida

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Me dio la gana de escribir otro Perrito Caliente, es que tenía hambre.

Bueno, poco a poco más cosas se rebelan y, al parecer, a Eve le empieza a gustar ver a mi Precioso sufrir. Lástima por él.

Como siempre, disfrutadlo que no siempre se ve dos capítulos en dos días...

Bye, Queridos Desconocidos.

Miss Time

Never© [Badboy x Badgirl] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora