Capítulo 49

21 1 0
                                    

¿Hay alguien ahí?

¿Alguien me escucha?

¿Alguien sabe si es el principio del fin?

Un llanto, una respiración acelerada.

A veces las personas que escogemos cambian lo que éramos antes.

Caminaba despacio, ya no quería estar así, todo estaba cambiando y por desgracia nos estaba llevando con ellos. De pronto ya nada era igual. Todo era perfecto hasta que dejo de serlo.

-Por favor ya déjame en paz -caminabas alejándote de mí.

-Cassie, dime donde están -dije- ¡No puedes jugar con eso, no son dulces!

-No lo hago, las necesito -ocultaste el bote de píldoras- Puedo manejar esto Patrick, no soy una niña.

Habíamos hablado, cuando fue aquel accidente, mientras estábamos sentados en el sofá me constaste sobre tu problema, hablaste sobre los primeros ataques descontrolados y como eso afecto a tu familia, dijiste que muchos de los primeros ataques terminaban contigo haciéndote daño o perdiendo el conocimiento, con lágrimas en tus ojos hablaste sobre lo difícil que fue escuchar el diagnóstico del doctor, fue entonces cuando admitiste que esa fue la razón por la que tu padre se había marchado.

Te escuche con atención, realmente quería escucharte, quería conocer por fin la verdad, claro que no iba a juzgarte, por supuesto que no, fue la primera vez que hablaste sobre eso sé que fue muy difícil para ti, solo quería hacerte sentir segura y protegida, que sintieras que tu enfermedad no cambiaba nada mi opinión respecto a ti.

Pero no fue sencillo.

¿Por qué debía ser todo tan difícil?

Tuve que buscar medidas para controlar tu ansiedad, tu tristeza, tuve que ocultar la píldoras, estabas consumiendo muchas durante el día, al principio pensé que las necesitabas porque estabas decaída, pero luego de un tiempo note de comenzaste a tomar una cada mañana, tarde y noche, y amor... cuando las tomabas parecías ser otra persona, no hablabas, no jugabas, tu mirada estaba ausente. Comencé a asustarme.

­-No puedes seguir así Cassie -tome el bote- No está bien, debemos ver a alguien, no es sano

-Tú no sabes nada, no eres doctor -dijiste molesta.

-Pero soy psicólogo, tu comportamiento cambia cuando tomas estas píldoras...

-Me hacen estar tranquila, dijiste que entendías, dijiste que no me juzgarías -comenzaste a sollozar.

-Amor, claro que lo hago, por favor solo me preocupo por ti -acaricie tu mejilla.

-¡Entonces cual es el maldito problema! -me gritaste- ¡Porque no me dejas en paz!

-¡Es precisamente por esto! -te grite- Porque no te conozco cuando las tomas, ¡no las tomaras más!

El efecto colateral de esas píldoras eran agresividad, cambios repentinos de humor y una de las más importantes, el paciente podía volverse dependiente.

-¡No eres nadie para decirme que no puedo tomarlas! -me dijiste- Dame ese bote

-No Cassie, esto se acabó -me aleje de ti.

¿En qué momento comenzaste a depender de fármacos?

Arrojaste uno de los cuadros de fotografías hacia mí, paso justo cerca de mi cara para terminar estrellándose contra la pared. Gire a verte.

-Dame mis malditas píldoras Patrick -dijiste como amenaza.

-No lo haré

Otro objeto salió volando hacia mí, esta vez eran un plato, gritabas y maldecías, tomabas todo lo que estaba a tu paso, el suelo era un completo desastre y en la pared había quedado el rastro de aquella botella de vino tinto, estabas colérica, no sabía qué hacer. Corrí hasta la cocina, tu ibas detrás de mí, llegue hasta el triturador de basura, arroje todas esas píldoras, te lanzaste a sobre mí, aruñaste mis brazos, pataleaste, debía haber otra solución.

Presione el botón, todo se había ido.

-¡Eres un idiota! -gritaste- Como pudiste, las necesito, no soy nadie sin ellas

Caíste sobre tus rodillas, comenzaste a sangrar, tus manos también estaban sangrando. Nos estábamos derrumbando amor.

-Cassie por favor, cálmate -te tome por los hombros para ponerte sobre tus pies- Por favor, respira todo está bien

Sollozabas sin consuelo en mis brazos, tus ojos derramaban lágrimas como nunca, tus rodillas sangraban. No eras una adicta, saldríamos adelante, todo estaría bien.

-Amor respira... -susurre suave, te aferraste a mí- Estoy aquí, calma

Es todo lo que has querido y todo lo que no.

Tus lágrimas mojaban mi camisa, estábamos perdiendo el rumbo, te estabas desmoronando y yo no sabía cómo reconstruirte, quería darte partes de mí para poder verte de nuevo completa. Verte desconsolada me partía el corazón.

-Por favor Patrick, por favor -suplicaste- Las necesito, no puedo vivir sin ellas

Me congele en mi sitio. ¿Qué pasaría con nosotros?

No sé si lo lograremos, pero sabemos que lo tenemos que ocultar.

La historia que nunca contéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora