Hacía más de cuatro meses que no había tenido un ataque... hasta que ocurrió esa semana.
Estaba caminando por los pasillos cuando de golpe el aire me hizo falta, de pronto comencé a ver todo mí alrededor con puntos negros, estos se hacían cada vez más grandes, intente sujetarme de los casilleros lo mejor que podía y sobre todo mantener la calma y regular mi respiración.
-¿Patrick? -escuche una voz muy lejana.
Podía sentir las gotas de sudor caer por mi frente, sentía un infierno en mis pulmones pero mis manos estaban congeladas. Y lo peor de todo ninguno de mis amigos estaba cerca, no podía pedir ayuda.
-Por favor ayúdame -le dije entrecortado.
-Patrick, soy yo, cálmate respira -dijo aquella voz.
Miraba su rostro pero no podía reconocerlo. No podía calmarme, el poco aire que llegaba a mis pulmones no era suficiente porque entraba y salía demasiado rápido, estaba hiperventilando y no podía controlarlo. No quería desmayarme, no quería despertar en un hospital porque mis pulmones no podían hacer lo único que debían.
-Por favor no dejes que... -eso fue lo último que dije.
Cuando desperté en la habitación del hospital no podía estar más decepcionado. Mis latidos eran controlados, un par de tubos estaban conectados al oxígeno, mi vista estaba nublada y no podía hablar.
-Todo estará bien Patrick... -era supongo el doctor- Dentro de una hora podrás recibir visitas
El salió del lugar y yo como siempre sentía los mareos, esta enfermedad me ha perseguido desde los 5 años, mamá y papá no sabían que le ocurría a su pequeño cuando se desmayó en la escuela.
El asma es una enfermedad en las vías respiratorias y eso era justo lo que yo tenía. No sabes lo horrible que es vivir la vida con un inhalador en tu bolsillo y para un niño hiperactivo es aún peor, porque este se negaba a aceptar su enfermedad, así que actuaba como los otro chicos, lo cual provocaba que sus ataques aumentaran haciendo que en cualquier momento desfallecerá sin oxígeno en su cuerpo.
-Hola cariño -escuche la voz de mamá- Ya se pasara el dolor, todo estará bien
Ella acarició mi cabello, no sé si te ocurre lo mismo con tu madre, pero cada vez que mamá decía eso sabía que todo iba a estar bien.
Días después ya me encontraba en casa, pero aún estaba recibiendo un tratamiento; Cassie había insistido en quedarse a cuidarme aunque los medicamentos ya se encargaban de eso.Estaba mirándola, no hacía más que eso, ella estaba recostaba sobre mi pecho.
-¿Por qué me miras así? -me pregunto.
-¿Cómo? -la mire.
-Así... -elevo su mirada.
-Es una tontería... -le dije- Pero, dime la verdad, ¿podre algún día decir que eres mía?
Ella bajo su mirada y se aferró a mi mucho más fuerte. No eran necesarias las palabras, esa fue su respuesta.
-Sé que a veces piensas que has equivocado pasos en tu vida...
-Pero una cosa te puedo jurar. Yo, que me enamore de tus alas, jamás te las voy a querer cortarElla elevo su mirada de nuevo y esta vez acaricio mi mejilla.
-Lo sé -me sonrió.
-Quédate esta noche.... –le dije.
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La historia que nunca conté
Romance"No la mires demasiado. Esos mundos cerrados y a la vez prohibidos suelen tener un poder de atracción" ~Mario Benedetti |Editada| Trailer: https://youtu.be/mLn1xmM8_NU