Capítulo 44

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¿Estaba dormido o despierto? Creo que era algo justo en el medio.

No podía creer que estuvieras ahí, justo a mi lado. Quizás solo había soñado que estábamos perfectamente entrelazados.

Aun recuerdo todos esos días y semanas en los que intente robarte un beso, todas las noches que soñé con esto y ahora finalmente estas aquí.

Solo soy la víctima que al fin consiguió a la chica, no me avergüenza decirlo.

¿Debía prepararte café, granola y llevártela a la cama? ¿Debía despertarte y decir todas las palabras que no había dicho? ¿Debía tocarte solo para demostrarte como se sentía? O ¿Debía actuar relajado, como si no fuese la gran cosa?

Porque para mi sí lo era.

Acaricié tu cabello suavemente, y sonreí inconsciente al hacerlo, de alguna manera tu habías derribado todos mis muros,
¿Como lo hiciste?

-Te extrañe demasiado -me susurraste.

Creía en tu palabra. Creía en todo lo que decías.

Si decías que el cielo estaba con nosotros a donde sea que fuéramos, lo creía.

Si decías que podía conseguirlo todo, te creía.

Si decías que nunca me dejarías, lo creía.

Si decías que me amabas, quizás también yo lo hacia.

-Prepararé unas tostadas con mermelada, ¿quieres? -te pregunte con una sonrisa que deseaba fuera permanente.

-Si, por favor -me dijiste entrelazando nuestras manos.

Y mientras esperaba pacientemente las rebanadas del tostador tome mi teléfono, los mensajes y las llamadas me hicieron caer de mi nube.

¿Había arriesgado demasiado?
¿Estaba jugando con fuego?

Pero todas mis dudas desaparecieron cuando sentí tus brazos alrededor de mi cintura, cuando sentí tu calor.

-Se que fue una decisión muy importante para ti, haré que valga la pena -dijiste al depositar un beso en mi espalda.

Lo que tu no sabias era que tu vales la vida entera para mi.

-Ya lo has logrado Cassie -te dije- Es nuevo, excitante, como todo lo que tiene relación a ti

Gire sobre mi propio eje y quedamos cara a cara. Tu colocaste tus brazos alrededor de mi cuello, mis manos se ciñeron a tus caderas para sujetarte gentilmente.

Comenzamos con un beso, tímido y corto. El segundo beso fue mas largo, tus manos jugaban en mi cabello y las mías te acercaron más a . El tercero fue aventurero, queríamos más, mis manos ya acariciaban tus muslos, las tuyas apresuradas sacaban mi playera. Para el cuarto, mi playera estaba en el suelo por alguna parte, tu estabas sobre el mesón vistiendo solamente un par de bragas blancas con las cuales mis manos jugueteban. Para el quinto beso, ya había perdido la cuenta de tus suspiros, y el pan ya estaba quemado.

-¡Es tu culpa! Tu empezaste -le dije riendo mientras con mis manos intentaba alejar el humo.

-No es verdad, tu seguiste el juego -dijiste riendo- Te enseñare como se prepara un desayuno

-Claro señorita -te dije y pellizque tu trasero.

-¡Dejame! No se molesta a la cocinera -me dijiste riendo con un rubor en tus mejillas.

Ese mañana si aprendí algo.

Me enseñaste a no fumar sin desayuno.

La historia que nunca contéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora