INTRODUCCIÓN

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¿Qué es el tiempo? ¿Qué son las horas?

No son nada, solo una ilusión mortal sistematizada para aguardar por la muerte.

No son nada, solo una ilusión mortal sistematizada para aguardar por la muerte

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La humanidad es víctima del concepto temporal. Las distintas civilizaciones han buscado maneras de calcular el avance del universo en una cuenta regresiva de su propia decadencia. Se han creado numerosos métodos y técnicas, algunos mucho más imprácticos que otros, para abarcar los ciclos.

Los primeros humanos medían todo según los latidos de sus corazones, sin diferenciar si estaban en reposo o agitados.

Hubo una civilización que dividió la existencia en siglos y en milenios, otra lo hizo en doceavos y hasta en quintuceptos.

Los mortales crearon estaciones que pretendían diferenciar el clima: fueron siete en algunos continentes, apenas dos en otras tierras y cuatro en la modernidad general.

Se calculó la duración de los días de numerosas formas distintas hasta llegar al concepto horario que se utiliza en estos momentos. Se inventaron años breves y también ridículamente extensos; hubo un emperador que creía en la inconsistencia vital y contaba todo según el canto de las aves del palacio. También existió un déspota que le puso variaciones de su propio nombre a los supuestos lapsos que conformaban un ciclo anual de su extravagante calendario. En su egocentrismo, se aseguró de que las divisiones poseyeran una fonética similar que, demás está decir, nadie se molestó en aprender.

Y no faltan, claro, los falsos místicos que profesan que existía un horario particular para lo antinatural, un momento imperceptible para quienes nunca han visto a la muerte frente a frente. Siempre se coloca este instante entre la noche y la madrugada. Para unos es cuando la luna se encuentra en su punto más alto, para otros era cuando ambos astros se cruzan en el cambio de jornada.

Tonterías, nada más.

No importa qué clase de científico, monarca o alquimista sea el que anuncie un método nuevo de llevar la cuenta, es indiferente el tipo de factores y elementos que usen como referencia o base. Ninguno es exacto y jamás lo será.

La existencia es inmensurable, no puede amoldarse a las clasificaciones forzadas de los ineptos.

El tiempo y su organización son un conjunto de conceptos humanos y mortales de los que solo los mediocres se preocupan. En lo personal, me he aburrido de intentar comprender su absurda necesidad por medirlo todo y, sin embargo, me he visto obligado a entender el sistema de Alangtrier y a utilizarlo.

La respuesta es simple, está en la naturaleza, en su falta de preocupación. Los animales, los recién nacidos y los dementes tan solo viven, existen sin necesidad de un orden. Si tienen hambre, comen. Si tienen frío, se abrigan. Los números no pueden condicionar sus existencias.

Solo los mortales cuerdos hacen estos inútiles planteos, pierden la vida intentando contarla.

El ser humano se obsesionó con la falta de quietud de la naturaleza, con su finitud. Nada le aterra más a la sociedad promedio que la muerte, la idea de una existencia efímera. Y, si algo concluye, es porque tiene cierta duración. La cuestión es ponerse de acuerdo en cómo medirla.

El calendario y el reloj son herramientas para esperar pacientemente por el propio final.

Y absurdo es el actuar de Dorian Gray frente a estas verdades.

Mi protegido es, hasta donde mis conocimientos abarcan, el único ser que ha nacido mortal y goza ahora de los beneficios intangibles de una longeva existencia. Pero no se acostumbra. Siente apuro constante, sigue el calendario como fiel adepto a la doctrina establecida de los ciclos y revisa su reloj de bolsillo con insoportable frecuencia.

Como buen humano, Dorian teme. Le es inevitable sentir miedo ante lo que vendrá. Se pregunta cuándo será cada evento en su vida. Y, al igual que la gran mayoría, olvida el momento presente. Reflexiona sobre el pasado y contempla las posibilidades futuras sin tener en cuenta que, en la eternidad, lo que vale es el ahora. Él quisiera poder ver y controlar lo que le depara el destino, por más irracional que esta noción sea.

He intentado persuadirlo sobre el modo correcto de analizar el movimiento del sol y de las lunas, sobre las infinitas formas de abarcar la totalidad temporal sin desperdiciar preocupaciones; quise enseñarle a dejar de esperar con ansias por un destino planeado para, en cambio, construir a su paso nuevos senderos.

Un ser inteligente se pone una meta y luego camina paso a paso hasta alcanzarla, pero no solo mira al horizonte, sino que también disfruta de lo que está a su alrededor, del suelo que pisa a cada momento.

Lamentablemente, Dorian no lo entiende. Pone su objetivo en un futuro lejano y en todos los pasos previos para alcanzarlo. Pierde de vista las nuevas bifurcaciones y sorpresas que podrían incluso mejorar su estrategia. Su mirada reside en la posterioridad con tanta intensidad que no logra ver el presente, ni siquiera ahora que no debe preocuparse por su propia finitud. Es incapaz de aceptar que el pasado no regresa y que el futuro no siempre llega de la forma en que lo esperamos. Desear no es un delito, pero el único momento certero y valioso es el presente.

Quisiera que mi protegido abriera su mente, pero ¿qué más puedo esperar? Él es joven y de origen mortal.

Y todos sabemos que los humanos nunca aprenden. Que nunca aprenderán.

¡Bienvenidos una vez más a esta historia!

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¡Bienvenidos una vez más a esta historia!

Algunas notas rápidas:

-La nueva portada la hizo weirdowithluv, es preciosa.

-Un cambio menor que notarán es que, a diferencia de Corromper a Dorian Gray, esta novela tiene bien marcadas las cosas; los pensamientos entre comillas (sin cursiva) y los diálogos mentales con rayas y comillas en lugar de cursivas. No sé cuándo lo modificaré en el otro libro.

-Lamentablemente, este vuelve a ser el primer borrador, no he podido corregirle más que la puntuación y detalles menores. Lo siento. Seguro encontrarán errores...

-Las actualizaciones serán los días martes.

Espero no decepcionarlos.



Mensaje para los más despistados:

Si todavía no leíste Corromper a Dorian Gray, vete. Esta es la segunda parte y no entenderás un carajo. 

Condenar a Dorian Gray (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora