I
Un carruaje real se detiene frente a la mansión Gray. Solo Dorian y yo sabemos el motivo; los sirvientes y empleados murmuran posibilidades y teorías, se preguntan de qué se trata. Algunos espían entre las cortinas, otros aguardan cerca de la entrada para escuchar lo que ocurre.
Una sonrisa se dibuja en el rostro de mi protegido; se pone de pie y sacude su pantalón antes de abandonar el despacho para dirigirse al recibidor. Yo lo imito, pero voy en cambio a pedirle a uno de los sirvientes que recoja el pequeño arcón que preparé y que dejé fuera de mi habitación esta mañana.
La llegada del carruaje es inesperada en, cierta forma, porque no teníamos una fecha exacta agendada, aunque sabíamos que arribaría pronto. Hoy es el día en que Macoa se convierte en propiedad del rey Reuben VI, en nuestro espía dentro del palacio. Él sabe que debe marcharse, ya se lo he comunicado. Sin embargo, no le expliqué en qué consistirán sus obligaciones y tareas nuevas. Creo que será mejor para él si lo descubre por su cuenta.
—"Es hora de tu partida" —le ordeno en su mente—. "Están cargando tus pertenencias ahora. Recuerda que, mientras estés allí, serás mis ojos y mis oídos".
—"Entiendo, señor" —responde él, su voz monótona e inexpresiva.
Suele ser un muchacho de pocas palabras con todos, salvo con Rufus. Ellos ya se despidieron cuando les anuncié sobre la mudanza de Macoa. Quizás algún día se reencuentren en el palacio.
Me sorprende el fuerte lazo que han forjado más allá de sus grandes diferencias. Los humanos son, sin lugar a dudas, muy interesantes en ciertas ocasiones.
El sol del mediodía elimina las sombras a su paso. Odio este momento de cada jornada porque me hace sentir vulnerable cuando estoy en mi forma tangible. Siempre he estado más a gusto en la oscuridad, en las tormentas.
Me detengo en el umbral de la mansión, pero no me atrevo a salir. Desde allí, observo lo que ocurre. Dorian firma un documento en el que se asegura que nadie reclamará a Macoa. Lo llevarán primero ante un médico antes de aprobar su ingreso al palacio. El enviado del rey advierte que existen posibilidades de que sea rechazado; mi protegido asiente, despreocupado. Yo ya he revisado al chico y sé que su salud es excelente. A Reuben VI le encantará tenerlo entre sus sirvientes.
Macoa está sentado ya en el carruaje, cabizbajo. Aunque intente suprimir su miedo, puedo percibir el temor a lo desconocido. Él ya ha pasado por muchos eventos peligrosos en su corta vida y por ello se siente preparado para afrontar lo que sea. Además, no tiene otra opción. Me debe su lealtad y tiene que obedecer a mis órdenes, por más absurdas que sean. Y, a partir de hoy, deberá entregarse a la corte y a sus fiestas, al rey y a las obligaciones que le impondrán.
Si su vida corre peligro, y solo en ese caso, puede contactarme para pedir que lo rescate. De lo contrario, nuestra comunicación se limitará al pedido y entrega de información. Necesitamos averiguar más sobre el prometido de la princesa.
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Condenar a Dorian Gray (RESUBIENDO)
FantasyEl calendario y el reloj son herramientas para esperar pacientemente por el propio final. Y absurdo es el actuar de Dorian Gray frente a estas verdades. Mi protegido es, hasta donde mis conocimientos abarcan, el único ser que ha nacido mortal y goz...