CAPÍTULO 37

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I

Poco después del amanecer, el rey pide que se convoque a todos los habitantes del palacio en la sala del trono

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Poco después del amanecer, el rey pide que se convoque a todos los habitantes del palacio en la sala del trono. Cualquier tarea o actividad asignada está suspendida hasta nuevo aviso. Una veintena de guardias recorren los pasillos y los jardines en busca de cualquiera que pudiera estar fuera de sus habitaciones. Otro puñado golpea las puertas de los cuartos privados.

Como si se tratase de una redada, muchos sirvientes son empujados de sus camas y arrastrados hacia el punto de reunión, incluso Rufus se ve obligado a abandonar el atelier. Solo los herederos son tratados con respeto y Sophronia, la reina, es la única que puede excusarse debido a su salud.

Edward Gray exige explicaciones que los guardias no saben darle. Marjorie ha pasado una mala noche y le cuesta mantener los ojos abiertos. Se oyen murmullos y quejas por los diversos rincones del edificio.

Dorian aguarda en su trono, con el ceño fruncido mientras golpetea una de sus rodillas con las yemas de los dedos, impaciente.

Y, cuando un guardia avisa que ya se han reunido todos, el rey se pone de pie.

—Lamento la brusquedad del llamado, pero ha ocurrido algo sin precedentes —inicia—. Se ha encontrado a un prisionero en los jardines del palacio. —Hace una pausa—. Estaba muerto. Su cuerpo, destrozado y casi irreconocible.

Se detiene porque sabe que su afirmación causará revuelo. Permite que los mortales exclamen entre murmullos su sorpresa. Mientras, busca con la mirada al trovador.

Y no lo halla.

Supone que debe estar por allí, detrás de alguna columna o entre las sombras creadas por la multitud.

—Creemos que el fallecido era un hombre de apellido Vane, apresado por el crimen de asesinar al Duque de Bayleirish hace ya más de una década. Este hombre, prófugo desde hace algunas noches, escapó con ayuda de alguien del palacio. Los motivos de su muerte no los sabemos, pero entre los presentes se halla un traidor a la familia real y al reino de Alangtrier. Y no descansaré hasta averiguar quién ha permitido el escape de un criminal que podría haber sido extremadamente peligroso para mi familia y para los ciudadanos de la capital —continúa Dorian—. Tengo algunas sospechas, y yo mismo entrevistaré a varios de ustedes a lo largo del día. No presentarse al interrogatorio cuando son citados será penado con la muerte.

Debajo de su máscara, Oliver llora. Se pregunta por qué su tío regresó al palacio, cómo es que ha muerto. Supone que el rey es el asesino; no, no lo supone..., su mente me dice que está seguro de ello. Se mezclan en su interior emociones varias. No solo la tristeza, sino también la ira y el rencor. La inseguridad y el temor a ser descubierto. No sabe si James ha desvelado quién es en realidad Sirara, cuál es la verdad.

Entiende que lo mejor que puede hacer es huir, desaparecer. Nadie conoce su rostro, después de todo. Solo debe hallar un cambio de ropa que no llame la atención y escapar en la noche con otra máscara. Si mantiene el perfil bajo, podrá abandonar el reino con facilidad.

Condenar a Dorian Gray (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora