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«¿Cómo seguir adelante cuando todo en mí te desea?»

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«¿Cómo seguir adelante cuando todo en mí te desea?»

Puedo apreciar sus ojos azules delante de los míos, sus largas pestañas besando el comienzo de sus afiladas y sonrosadas mejillas con cada parpadeo. Sus carnosos y delgados labios forman poco a poco una encantadora sonrisa dedicada solamente para mí, su bello rostro acercándose lentamente a mí. Sus cálidas manos suben para acunar mis mejillas, haciendo que esté a centímetros de su boca. Nuestras narices se rozan al igual que nuestros labios, al mismo tiempo que nuestras respiraciones se combinan volviéndose una. Solamente quiero tener sus labios sobre los míos. 

Cuando mi boca y la suya se unen, no se siente absolutamente real. Sus labios y los míos se mueven con calma, tomándose todo el tiempo del mundo. No importa lo que sucede a nuestro alrededor, solo nos concentramos en nuestras respiraciones y el sabor de nuestros labios. Mis manos suben para posarse sobre las suyas, las cuales siguen en mi rostro, y sonrío en medio del beso al saber que no quiero estar en otro lugar más que entre sus brazos. 

Pero entonces se aleja, me es arrebatado. Sus manos dejan mi rostro, dejando que mi cuerpo se vuelva frío de inmediato. El calor que una vez recorrió cada una de mis extremidades acaba de desaparecer de la misma manera en que el invierno anula al verano. Mis dedos se estiran buscando nuevamente por el encantador sentimiento que me hace sentir viva, pero solamente encuentro vacío. Todo a mi alrededor se esfuma, dejándome sola en un mundo oscuro, careciente de luz. 

Una luz se prende, y él vuelve a estar ahí. Mis piernas actúan por sí solas al igual que mis pies, y no dudo en moverme para alcanzarlo. Sus labios me ofrecen una sonrisa y sacude su cabello negro azabache, el cual está húmedo por alguna razón. Sus manos se hallan dentro de los bolsillos de esos pantalones negros de mezclilla que tanto le gusta utilizar, y ladea la cabeza mordiendo el metal negro en su labio inferior incitándome a alcanzarlo. 

Ríe divertido para alejarse de mí cuando creo que lo he alcanzado, a lo que con su dedo índice me indica que continúe siguiéndole por el largo pasadizo repleto de múltiples puertas de madera desgastada. Mis labios devuelven la sonrisa por acto reflejo, sintiendo mis mejillas sonrojarse cuando me guiña un ojo antes de empezar a volver a correr por el pasillo. Confío plenamente en él, a ciegas. Nunca me haría daño, no jugaría conmigo cruelmente o mucho menos me lastimaría. 

Con pasos rápidos persigo su risa, esa melodía la cual pocas veces he podido escuchar salir de sus labios. Me detengo cuando mis pies no pueden más, y bajo la mirada percatándome de que estoy descalza. Mis pies se hallan fríos gracias a la madera congelada bajo ellos. Él, por el otro lado, se encuentra abrigado, y me percato del objeto entre sus dedos. Me lo muestra con diversión, tentándome. Son mis zapatos. 

Río encantada mientras comienzo a seguirlo una vez más con nuestras risas llenando el pasadizo, el eco retumba mis oídos de tan hermoso sonido. Me detengo otra vez, debido a que dejo de escucharlo reír conmigo, preguntándome si ya hemos llegado al final de la pequeña aventura que ha construido para nosotros. Mi mirada encuentra la única puerta abierta delante de mí, de la cual provienen nuevos sonidos los cuales me confunden. 

Hasta el Infinito ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora