Trilogía Lux in Tenebris (I)
A pesar de los años llenos de fama y dinero, Taehyung siempre ha pensado en aquella niña de ojos azules que robó su corazón desde el primer momento en que la vio. Nunca dejó de amarla a lo lejos.
Regresar a casa después...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
«Forman un futuro lleno de luz»
La manera en que sus dedos encajan perfectamente con los míos hace que mi corazón lata con fuerza. Que el tiempo se detenga en medio de nosotros y que los momentos compartidos se vuelvan eternos. Mi corazón late desesperado dentro de mi pecho cada vez que la tengo cerca. Y, cuando sus labios rozan los míos, me siento en el mismo cielo, rodeado de las constelaciones nuevas que se forman con cada risa que es soltada de sus bellos labios.
Me sonríe hechizado, enamorado de mí de la forma en que lo deseo. Solamente existimos él y yo, nadie más que nos pueda interrumpir y romper el delicado momento que hemos construido en cuestión de segundos. Mi alma brilla al saber que con una simple mirada, sin necesidad de decirme absolutamente nada, nuestro amor comienza una vez más.
«Perdóname, Tae —pienso —, perdóname por no aceptar irme contigo».
No accedí a vivir una aventura por esa noche en la cual probablemente miles de nuevas memorias hubiesen sido creadas. No accedí a entregarme a él de la misma forma en que él lo hace conmigo inconscientemente.
No acepté, y por una milésima de segundo me pregunté si era la decisión correcta. Pero entonces, me bastó una sola mirada hacia mí enamorado, hacia este maravilloso chico que me ha hecho caer rendida entre sus encantos, para saber que es a su lado en donde quiero estar ahora.
Me acurruco contra los brazos de Seokmin, colocando la cabeza sobre su pecho deleitándome con los latidos de su fuerte corazón. Sus dedos acarician mi brazo con lentitud. El silencio es cómodo, reconfortante. Alivia sus miedos de la misma forma en que reconforta los míos.
—Pensé que te había perdido por un momento —susurra —. Cuando te vi salir del baño, pensé...
—Shh —le pido. Me incorporo para mirarlo a los ojos, apreciando sus irises mieles brillar con miedo en medio de la oscuridad de nuestra habitación —. No me has perdido.
—Pero él...
—Seokmin, no me lo pongas más difícil —le pido —. Sabes que te quiero, que estoy aquí. Sé que no te merezco en lo absoluto, pero estoy tratando lo mejor de mí por ser lo que...
—Yo no quiero que cambies —replica con calma. Se incorpora para mirarme a los ojos —. No te pediría eso.
—No entiendo por qué estás dispuesto a aguantar tantos problemas por mí —susurro —. No valgo la pena.
—Sí vales la pena —insiste.
Sus ojos mieles brillan cuando toma mi rostro entre sus manos. Me obliga a mirarlo, a entender su preocupación de la forma en que él entiende la mía. Tengo miedo, temor de hacerle daño. Apoya su frente sobre la mía.
—Lo vales para mí —termina.
Una pequeña risa ahogada sale de mis labios en mi contra. Llevo mis manos a su cabello y me aseguro una vez más que mi decisión fue la correcta. Que mi lugar está aquí, al lado de este maravilloso chico que no sabe qué más hacer para demostrarme que me quiere. Que su corazón late con fuerza por mí.
