37

582 36 139
                                    

 «Rómpeme el corazón en mil pedazos»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Rómpeme el corazón en mil pedazos»

Encontrarme en una habitación a solas con él después de lo que ha parecido una eternidad me roba el aliento. Provoca que mis manos tiemblen y que no sepa cómo se debe de hablar. Con él nunca he sabido decir las palabras correctas sin causarle daño. Las veces en que he sido honesta, solo hace que el caos se apodere de nosotros. Tengo miedo de decir algo equivocado que solamente consiga que él se aleje de mí, y esta vez, para siempre.

Sus ojos mieles observan el cuarto en el que me estoy quedando en silencio. Me dedico a apreciarlo, en admirar cada detalle de él que me confirma una vez más que es uno de los hombres más hermosos que he visto. La manera en que sus rosados labios parecen esconder millones de sonrisas que nunca ha entregado por miedo a ser lastimado me hace querer besarlos, llenarlos de los míos para mostrarle que todavía tenemos una oportunidad más para hacer que las cosas funcionen. Aquellos irises son dueños del brillo más peculiar que existe, uno que tiene la capacidad de llevarte a recorrer un nuevo mundo que jamás habías imaginado.

Dicen que el tiempo se lleva el dolor, pero puedo ver que él sigue igual. Eso puedo verlo en la manera en que apoya sus manos en el borde de la ventana. Al igual que yo, no tiene las palabras correctas para expresarse. Me gustaría regresar en el tiempo. Poder ser capaz de regresar a esos días en los que ambos éramos unos simples adolescentes que se dejaban llevar por lo que sus corazones querían. Quisiera poder volver a aquellas noches en las que nos quedábamos viendo las estrellas por horas que parecían infinitas.

Trato de acercarme a él. Nunca he sido buena en comunicarme con las personas, pero estoy dispuesta a aprender si eso significa que vamos a progresar. Silenciosamente me coloco detrás de él para posar mis manos en su cintura. Mis brazos no tardan en ponerse alrededor de él, acercándome a su espalda para hacerle sentir los latidos de mi acelerado corazón. Siento que la esperanza se esfuma de mí cuando él se queda quieto sin hacer nada.

Estoy por soltarme cuando su mano se posa sobre la mía para subirla lentamente al lugar en donde está su corazón y así mostrarme que también está acelerado. ¿Por qué se nos hace tan difícil hablar? ¿Por qué tenemos tanto miedo de expresar lo que sentimos cuando sabemos muy bien que jamás nos juzgaríamos entre sí? ¿Dónde quedaron esos dos adolescentes que siempre se escuchaban el uno al otro libremente para entregarse apoyo? Solíamos ser un equipo, solíamos saber lo que el otro sentía. Pero se han creado tantos muros entre nosotros que estamos demasiado lejos como para alcanzarnos.

Pero, sé que, con el tiempo, podremos derrumbar cada uno de ellos. Seremos capaces de destrozar cada barrera que se interponga entre nosotros para poder encontrarnos en el camino. Lo sé porque eso es lo que él y yo hacemos: nos buscamos entre la multitud hasta sentir al otro entre nuestros brazos.

—¿Sabes? Había dejado de mirar las estrellas bajo el árbol —susurra.

—¿Por qué?

—Porque dejaron de tener brillo —admite —. Pero, hoy es diferente.

Hasta el Infinito ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora