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«Confié en ti, y me fallaste»

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«Confié en ti, y me fallaste»

Beso cada rincón de su pálida piel, apreciando cómo los vellos de esta se erizan. Succiono levemente su hombro izquierdo, pasando las manos por sus brazos hasta entrelazar mis dedos con los suyos. Muerdo la suave superficie escuchando como suelta un pequeño suspiro, haciéndome sonreír desde mi escondite.

Mis manos hacen su camino hasta sus senos, ahuecándolos. Aprieto y tiro de los bellos pezones rosados que tanto amo besar. Entreabro los labios al escuchar como los suyos desprenden un pequeño suspiro. Se ve preciosa haciendo tan simple gesto.

Beso su cuello, dejando trazos en su espalda. Mi mano derecha se aventura hacia el norte hasta tocar ese lugar encantador entre sus muslos. Mi dedo circula ese nudo de nervios que le hace retorcerse entre mis brazos. Continúa dormida, pero mueve la cabeza de vez en cuando en la almohada, sintiendo mis caricias.

Me rozo contra su espalda baja antes de abrir sus piernas. Coloco la izquierda alrededor de mi cintura para poder adentrarme en su interior. Gruño bajo ante la placentera sensación. Ella es cálida, embriagadora. La manera en que puedo sentirla completamente sin ningún tipo de barreras me enloquece. Nunca algo se había sentido tan bien. Soy capaz de sentir cada centímetro de ella.

Comienzo lento, besando su hombro y mordiendo ligeramente. Me encantaría dejarle marcada, pero no podemos arriesgarnos de esa manera. Hago círculos con mi pelvis, apretando su piel cuando mi cuerpo me pide ir más rápido. Jadea bajo, todavía estando dormida, aferrándose a la almohada.

Giro su cuerpo haciendo que quede boca abajo. Su rostro está de perfil hacia la izquierda, durmiendo. Me bajo de la cama para abrir sus piernas de los tobillos y sumergir mi boca en su zona íntima. Un largo gemido sale de sus labios. Mis caricias la han despertado por completo.

—Oh... —gime ronco.

Aprieto sus muslos —. ¿Te gusta, bebé?

Su jadeo es mi respuesta. Continúo disfrutando de su dulce sabor por unos minutos más hasta incorporarme y colocarme sobre ella. Subo sus manos por arriba de su cabeza, juntando mi pecho con su espalda. Me rozo contra sus nalgas, mordiendo su cuello.

—Taehyung —jadea cuando me adentro en su interior con una sola embestida.

Sus carnosos labios sueltan un pequeño gemido, a lo que sus dedos se aferran a su almohada. Muerdo su hombro, escuchándola lloriquear de placer. Mis manos no dejan de acariciar, mi boca no deja de besar y morder. Todo provoca que ella sea un mar de sensaciones.

Subo mis manos a sus bellos pechos para jugar con sus rosados pezones. Tiro de ellos suavemente, haciéndole suspirar encantada. Abro más sus piernas, adentrándome profundo en su dulce interior. Joder, quiero comerla entera.

—Taehyung —gime ahogado.

—Buenos días, bebé —susurro en su oído. Gia Jhalessi gime cuando empiezo a moverme más rápido, haciendo círculos con la pelvis. Bajo la mano derecha para que mis dedos acaricien su nudo de nervios directamente —. Qué hermosa manera de despertar el día, ¿no?

Hasta el Infinito ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora