Trilogía Lux in Tenebris (I)
A pesar de los años llenos de fama y dinero, Taehyung siempre ha pensado en aquella niña de ojos azules que robó su corazón desde el primer momento en que la vio. Nunca dejó de amarla a lo lejos.
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«Te amo cómo no tienes idea»
Siempre me pregunto qué estoy haciendo mal para tener que lidiar con tantas cosas emocionales en cuestión de días. No me gusta estar teniendo que pasar de una discusión a otra, mucho menos con personas que son demasiado importantes para mí. Pero, no me queda de otra más que admitir las consecuencias de mis actos. He tomado malas decisiones, y esta es la manera en que puedo resolver cada uno de ellos.
Seokmin sube a su habitación para darse una ducha cuando se lo pido. Sin dudarlo, empiezo a recoger las cosas de la sala para limpiar. Barro los vidrios y trapeo el líquido esparcido por la madera hasta que la habitación queda limpia una vez más. Tomo una de los inciensos para encender uno y colocarlo sobre la chimenea con el propósito de que el olor a alcohol desaparezca. Abro las ventanas y me encargo de que luz entre al espacio que suele estar lleno de alegría.
Una vez que el castaño regresa, sus ojos han perdido la intensa tonalidad rojiza. Todavía están rosados, pero han recuperado aquel brillo especial de ellos. Con el cabello mojado y con aquella camiseta blanca que se ajusta a las proporciones de su pecho, afirmo una vez más que es uno de los hombres más guapos que he visto en toda mi vida. Es hermoso, y no puedo evitar quedarme viéndole por unos segundos más de lo debido.
Me pilla haciéndolo, ya que ladea la cabeza y sonríe de lado. Una de esas sonrisas que tanto amo, ya que me muestran aquel lado divertido de él que no les enseña a muchas personas. Me pregunto cómo puede hacerlo. ¿Cómo es posible que pase de estar molesto a estar feliz en solo minutos? Es bipolar, o puede que yo lo sea. Somos igual de tóxicos y raros que de alguna manera encajamos con el otro.
Se acerca a mí para rozar sus labios con los míos, tomándome por sorpresa. Su rostro queda a centímetros del mío y pongo las manos en su pecho por miedo a no ser capaz de alejarme a tiempo. El corazón me empieza a latir desesperadamente dentro del pecho. Su nariz acaricia la mía, y cierro los ojos al recordar lo mucho que amo cuando tiene esos pequeños detalles conmigo.
Su cuerpo contra el mío me causa escalofríos que recorren cada centímetro de mi piel y provocan aquel sentimiento cálido en mi corazón del que desconozco el nombre. Su boca roza la mía una vez más, indicándome que está esperando a que sea yo quien tome la decisión de unirlos o alejarlos.
Me alejo.
—Limpié —digo en un susurro.
—Eso lo veo —dice.
Coloca las manos en sus bolsillos, y me percato de que está usando sus gafas. Seokmin no es fanático de utilizarlas ya que, según él, sus ojos se agrandan más de lo que le gustaría. A mí me resulta adorable con ellas, mucho más guapo y atractivo de lo que ya es. Luce como todo un chico repleto de libros cuando las usa, y recuerdo las veces en que conseguí sacarle una que otra risa al decírselo.
—¿Ya te vas? —pregunta entonces.
—Sí, tengo otras cosas que hacer —miento.
—No sabes mentirme, mochi —dice, y siento que mi corazón se oprime al escucharlo llamarme de esa manera después de lo que parecen siglos —. Quería pedirte un favor antes de que te fueras.