03

796 48 48
                                        

«Cuando me miras, siento como si caminase por el cielo»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Cuando me miras, siento como si caminase por el cielo»

Muerdo mi labio inferior cuando nos sentamos a comer en el restaurante por primera vez en todo el día después de ofrecerle una rápida entrevista al grupo de periodistas que nos llevaba persiguiendo durante más de una media hora. Mis amigos y yo nos sentamos en una de las mesas alejadas de las demás personas, agradeciendo con las miradas a las adolescentes que nos dan espacio para desayunar tranquilos. Sabemos que están muriendo por dentro por querer pedirnos por un autógrafo o una fotografía, por lo que apreciamos a que terminemos de comer para hacerlo.

La camarera es una adolescente entre unos diecisiete o dieciocho años, a quien le tiemblan las manos ligeramente cuando toma nuestra orden. Pretendo no darme cuenta de cómo sus labios parecen tener una sonrisa tatuada en ellos, y la forma en que sus mejillas se sonrojan cuando le damos las gracias por ser tan amable con nosotros al no saber qué pedir para desayunar. Me percato del collar que tiene alrededor del cuello, el cual tiene grabado en letras corridas el nombre de mi mejor amigo. Sonrío, debido a que eso explica el por qué se sonroja fuertemente cada vez que Seokmin se dirige a ella.

Hoseok termina pidiéndole por un cuenco con frutas al lado de un sándwich de pavo con tocino alrededor de queso blanco derretido. Seokmin se decide por un cuenco con granola bañada en yogurt de vainilla de soya y arándanos mezclados con fresas. Ambos me miran al ver que todavía tengo la carta entre mis manos, uniéndose a la camarera de ojos marrones quien también tiene la vista fija en mí con su bolígrafo listo para anotar.

Me decido por un sándwich de jamón con queso blanco derretido con una porción de tocino al lado. Rápidamente leo la sección de frutas pidiendo por un cuenco lleno de frambuesas. Me relamo los labios al pensar en lo delicioso que la fruta puede llegar a ser. De tomar todos pedimos chocolate caliente al unísono con limonadas de mango. Seokmin le dice que deseamos hielo en cada una de ellas antes de que se retire la sonrojada camarera con nuestra orden.

Se siente raro estar almorzando en la calle en medio de un restaurante que no todos conocen. Estoy seguro que miles de personas lo harán después de nuestra visita, lo que explica la felicidad de los camareros y el gerente. De todas formas, es agradable no tener a miles de guardaespaldas cubriéndonos del exterior. La poca libertad que hemos sido otorgados es el sabor más dulce de todos, uno que morimos por conservar a nuestro lado hasta el último día.

—Creo que seremos los únicos clientes con los que tendrá demasiada paciencia —bromea Hoseok, pasando las manos por su cabello.

El comentario pesa entre nosotros, recordándonos que no importa cuánto queramos ser comunes y corrientes, nos será imposible. Recibimos ciertos tratos mejor que otras personas por el hecho de tener dinero, influencias, y a miles de fotógrafos detrás de nosotros en cada esquina. La duda se clava limpiamente en mi pecho como una fina daga bañada en veneno. El letal líquido me hace dudar de mí, y si verdaderamente hemos hecho lo suficiente para merecernos este tipo de atenciones.

Hasta el Infinito ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora