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Antes.

—¿Estás nerviosa? —me pregunta Ivana, mirándome a través del espejo mientras hace esta pequeña trenza por el costado de mi pelo. 

No estoy nerviosa. Quiero decir, no es algo nuevo, no es como si fuese a tener una primera cita con alguien, es sólo Theo, es el novio que tuve los últimos cuatro meses.  

Diablos, sí. Estoy nerviosa. 

—Totalmente —admito.  

—Vas a estar bien. —Sonríe—. Mientras él no haga nada que pueda dañarte —añade, seguido por una falsa tos. 

Pongo los ojos en blanco y digo—: Voy a estar bien. En serio. Theo no es tan malo como trata de aparentar, Iv, sólo es muy orgulloso y le importa mucho lo que las personas piensen. 

—Voy a omitir mis comentarios —bromea y yo me río—. Pero en serio. Sabes que no me gusta Theo, pero si es lo que te hace feliz, entonces adelante, voy a apoyarte. Y peinarte. 

Saca la punta de su lengua y frunce el ceño, muy concentrada en meter un pin en mi cabello para afirmar la trenza. Miro la hora en mi reloj, si son ya las 9:15 no debe faltar mucho para que Theo venga por mí, de sólo pensarlo se me revuelve el estómago, su cambio de actitud parece una broma.  

—Tú sabes, obtenemos el amor que creemos merecer —dice, citando erróneamente a Stephen Chbosky—. Así era, ¿verdad? 

—Creo que no —digo riéndome—. Recibimos el amor que merecemos —corrijo, pero me siento insegura de haberlo dicho bien—. Creo. 

Ivana se ríe también.  

—¡No era así! —exclama—. Pero era algo sobre lo que merecemos y sobre el amor. 

—Aceptamos el amor que creemos merecer —Tom dice de pronto, asomándose por un segundo a través de la puerta de mi habitación.  

—¡Eso es! —Las dos exclamamos muy fuerte—. ¡Bien hecho, Tom! —yo añado.  

Tom niega con la cabeza y se sonríe, mirándonos como si estuviéramos locas. 

Tal vez yo lo esté un poco. 

Por Theo.  

—Ya estás lista —dice Ivana, llevando dos mechones de mi cabello hacia adelante y pasando sus dedos por entremedio para desenredarlo. Se aleja un poco y me mira, como quien analiza una pieza de arte o se asegura de que un cuadro quede perfectamente derecho sobre la pared—. Sí. Definitivamente estás lista —agrega—. Y muy hermosa. 

Esbozo una sonrisa enorme y me muerdo el labio inferior, a punto de explotar por la ansiedad. Entonces suena el timbre de la casa, y poco menos de un minuto después mi mamá está exclamando desde la sala. 

—¡Qué alegría verte otra vez, Theo! —Ivana y yo nos miramos, pero no decimos nada, y yo lucho por la tentación de rodar los ojos. Me levanto de mi cama en un salto y camino lento hasta la puerta de la habitación para asegurarme de que usar estos zapatos con taco no va a ser un martirio.  

Ivana no deja de mirarme, sonreír y apretar sus manos entre sí.  

—Suerte —dice. Yo salgo de la habitación para encontrarme con mi novio en la sala. 

—Hey —sonríe al verme de pie frente a él—. Estás hermosa, V. 

—Yo los dejo a solas —mamá dice entusiasmada—. Pásenlo bien, y Vinka, no bebas —me amenaza, apuntándome y se va por el corredor.  

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora