7

7.8K 501 17
                                    

Antes

Durante toda la semana siguiente, Niall sigue haciendo bromas tontas contra mí en el café cada vez que tomo su orden. Suerte que tengo un día libre y no trabajo los fines de semana, porque no podría soportarlo.  

A pesar de que a veces me agrada un poco, está demasiado lejos de ser mi tipo de persona favorita. ¿Qué clase de santo angelical puede soportar a esos chicos que siempre buscan llamar la atención con frase irónicas y riéndose de otros? Quiero decir, ¡vamos! ¿No tiene nada mejor que hacer? 

Hoy, claro, no será diferente.  

—En serio, no puedo entender por qué lo anotas en tu libreta. Pido lo mismo siempre —dice. Dado que jamás he sido capaz de explicarle a alguien con qué facilidad olvido las cosas, voy a ignorarlo, como cada vez que lo ha preguntado.  

No es que no sepa qué va a pedir. Es un trozo de pastel ahora y será una taza de chocolate en una hora más, lo sé. Mi problema es recordar que debo llevarlo a su mesa cuando esté saliendo de la cocina con las órdenes de tres mesas más aparte de él.  

—¿Algo más? —pregunto. 

—No, gracias. 

—Bien —digo y me doy media vuelta, pero él me detiene antes de dar un paso. 

—Hey, Vins. 

¿Vins? ¿En serio? Me volteo sin responder, sólo levantando mis cejas para oír lo siguiente. 

—¿Qué es ese libro junto al de quejas? Siempre he querido saberlo. 

Sigo la dirección en que apunta, pero por alguna razón me detengo en la punta de su dedo índice. Sus uñas son muy cortas, como si se las mordiera. Probablemente lo hace. Eso me recuerda mucho a Zayn, Sam siempre está hablando sobre el horrible hábito que tiene de morderse las uñas. Para no conocerlo personalmente, creo que sé más cosas sobre Zayn de las que debería, y esto es gracias a que mi amiga no deja de hablar de él.  

De pronto algo hace click en mi mente al recordar que anoche le dije a Sam que la llamaría durante la mañana porque al parecer algo muy importante le había sucedido con respecto a Zayn. ¡Tengo que llamarla! En cuanto tenga un break, lo haré, antes de que me mate por olvidarlo.  

—¿Hola? ¿Estás ahí? —Niall pregunta, mirándome con una expresión graciosa en su rostro. Estoy divagando demasiado. 

—Sí, lo siento —respondo y siento que el calor me sube levemente por las mejillas.  

—Estuviste en el espacio exterior por un momento —se ríe. 

¡Maldita sea, olvidé mi remedio para la concentración! Dios, va a ser un día muy largo. 

Miro a la mesita en que se encuentra el libro de reclamos y, a su lado, el de visitas. Él estaba preguntando por el de visitas. Sí.  

—Es el libro de visitas, para que los clientes escriban notas, o lo que quieran. Algunas personas sólo garabatean o dibujan en él.

—¡Genial! —dice—. ¿Por qué no lo vi antes? Definitivamente voy a echarle un vistazo. 

Suponiendo que habla de verlo ahora mismo, camino hasta la mesita y tomo el libro para llevarlo a la suya.  

—Gracias —dice, y yo me dispongo a volver a la cocina, pero no sin antes escribir un recordatorio de llamar a Sam en mi libreta.  

Cuando vuelvo con su plato de pastel, Niall observa cada movimiento que hago mientras pongo las servilletas, cuchara y pastel en orden sobre la mesa. Emma siempre dice que es más importante dejar las cosas bien dispuestas y ordenadas para el cliente, que tardar muy poco en hacerlo. Pero por primera vez siento ansiedad de terminar cuanto antes, porque él no deja de mirarme fijamente.  

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora