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Ahora

—No te vayas. Por favor no te vayas —dice y se acerca a pasos lentos y temerosos. 

Quiero matarlo. Gritarle en la cara y luego matarlo, pero estoy tan asustada que en vez de eso me pongo de pie y echo a correr. 

—¡No, Vinka! —exclama—. ¡Vinka! 

Y me detengo.  

Me detengo porque necesito que me de explicaciones. Él me las debe, como me debe un montón de cosas más. 

—No vas a gritar —dice—. No vas a hacerlo, ¿verdad?  

Trato de respirar con normalidad mientras me volteo de nuevo hacia él, que poco a poco sigue acercándose. 

—¿No lo harás? 

Niego con la cabeza, mirando al suelo, y él espera a que transcurran algunos segundos antes de volver a hablar. 

—Bien —dice—. Gracias. 

La forma en que se mueve me hace sentir como un ser inadaptado, como si fuera un animal salvaje que se asusta con facilidad o un ser humano incivilizado que no conoce los idiomas.  

Trago saliva e interrumpo la frase que está a punto de salir de su boca.  

—No me hables— digo. 

Niall frunce los labios y asiente conforme, entonces me siento en el borde de la calzada, tratando en lo posible de ordenar mis pensamientos. Él se sienta a mi lado, no demasiado cerca, pero tampoco lejos.  

La ansiedad que de pronto me invade no me permite estar quieta. Suspiro, desato los cordones de mis zapatillas y vuelvo a atarlos, me muerdo los labios.  

—Estás linda —murmura de pronto y yo le doy una no-te-atrevas mirada. 

—Dije que no quiero hablar, Niall. 

 —Lo siento. 

No puedo creerlo.  

  

Antes

—¿Hacia dónde? —pregunta una vez que estamos dentro del auto.  

—Vivo en la calle Tara, tendrás que dar la vuelta por Nassau, porque sólo va en un... 

—Va en el sentido contrario —me interrumpe—, lo sé, vivo en Moss. 

La calle Moss está a sólo dos manzanas de Tara. Tal vez por eso es que va al café todos los días, son como 15 minutos en auto apenas.  

Niall pone el auto en marcha y automáticamente reconozco la melodía de Mr. Brightside en la radio. Miro al visor para averiguar qué estación es, pero en la pantalla sólo dice Pista 3. Es un disco.  

Quiero emocionarme y preguntarle si escucha siempre a The Killers, desde que es una de mis bandas favoritas en el mundo, pero él no me agrada, y actuar de esa forma sería muy contradictorio de mi parte. 

Comienzo a sentirme cada vez más incómoda mientras él conduce y tararea Mr. Brightside. Miro por la ventana y pongo el palo metálico que atraviesa mi lengua entre los dientes, lo muevo de un lado a otro, como cada vez que algo me pone nerviosa. No puedo evitar hacerlo, pero al menos me ayuda un poco. 

—¿Aro en la lengua? ¿En serio? 

Cierro la boca al instante y lucho contra la tentación de poner los ojos en blanco. ¿No puede estar un minuto sin molestarme por cualquier cosa que haga?  

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora