Antes.
—Vinka, ¿en serio ese es tu nombre? —pregunta, mirando directo a la tarjeta plastificada que cuelga de mi mandil.Muchas veces me han hecho esa pregunta antes, pero, vamos, al menos pudo ser un poco más... sutil. No es como si por llamarme Vinka me convirtiera en una habitante de otro planeta o algo por el estilo. Sólo es un nombre extranjero, no es la gran cosa.
—Ah, sí —digo—. ¿Vas a pedir algo? —Pienso: «Sí, una taza de chocolate, por favor.»
—Sí —dice—, una taza de chocolate, por favor.
—Bien. —Saco la libreta de mi bolsillo y me dispongo a anotarlo.
—No creo que sea necesario anotarlo, es sólo un chocolate.
Dejo de escribir en «taza» y le doy una pequeña y sutil mirada de insuficiencia. Entonces, ¿alguien de pronto comenzó a sacar su personalidad? Este chico lleva casi un mes viniendo aquí cada día la misma hora y jamás ha dicho nada, ¿qué le hace pensar que desde hoy puede comenzar a hablarme y dar sugerencias?
—Hay muchas cosas que necesito recordar, no eres el único a quien atiendo —disparo. Estoy tratando de sonar amable, desde que él sigue siendo un cliente y por lo tanto debe siempre tener la razón.
El muy gracioso gira su cuerpo desde la cintura hacia arriba, exagerando el ademán de mirar hacia todos lados para darme a entender que además de él, sólo está ese hombre con problemas de visión y nadie más.
—No quieres que te traiga la orden equivocada, ¿verdad? —me defiendo. Ni siquiera sé por qué estoy haciéndolo, es mi trabajo y puedo hacerlo como quiera.
El chico sólo se ríe por lo bajo mientras me dirijo a la mesa de aquel caballero para tomar también su orden.
Ahora.
Camino de vuelta a casa observando cada cosa a mi al rededor. Vivir en el centro de la ciudad no es la cosa más tranquila en el mundo, pero aún así me gusta hasta el momento. La calle principal está llena de luces y tiendas de toda clase de cosas, desde comida, hasta diseño independiente, negocios grandes y pequeños.
Contemplo las tipografías utilizadas en cada esquina del barrio, intentando reconocerlas.
«Futura, Helvética, Bodoni, Futura, Helvética...»
Recibo un mensaje en mi teléfono justo en el momento en que estoy empujando la enorme puerta del edificio. Es Ivana.
«¿Dónde estás? Vine con mamá y papá a visitarlos y sólo Tom está en casa»
Entro en el ascensor, ansiosa por ver a mi hermana y busco las llaves en mi bolsa amarrada por la cintura. Subir 25 pisos me da tiempo suficiente para buscar cualquier cosa antes de llegar; otro de los beneficios de haber quedado tan arriba. Quizá vivir tan alto no sea tan malo después de todo.
—¡Hola chicos! —exclamo al ver a mi familia reunida en los sillones de la sala. Ivana es la primera en saltar de su lugar y correr a abrazarme.
«Apenas te has ido y ya te extraño» —expresa gesticulando con sus manos en el idioma de señas.
«También yo, mocosa» —gesticulo también y vuelvo a abrazarla—. Estaré tomando una ducha antes de unirme a ustedes —le digo a ella y al resto de mi familia, y corro al baño.
Cuando entro en mi habitación, ya vestida y necesitando sólo mis zapatos para volver a la sala, me doy cuenta de que Ivana está ahí dentro, observando el centro de la ciudad a través de mi ventana. Me acerco a tocar su hombro y ella se voltea.
ESTÁS LEYENDO
Yo invito (fanfic n.h)
FanfictionDespués de la enorme tragedia que sacudió la feliz vida de Vinka Stambuk, fue muy difícil para ella seguir viviendo como una adolescente corriente, sin embargo, lo logró. A dos años del accidente automovilístico que causó su novio, ella puede consid...