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Antes.

—Eso es bajo —dice serio y despacio. 

Necesito cerrar la boca, disculparme y arrancar de aquí, antes de seguir cagándola más y más.  

—No quise ser ofensiva —musito y miro al suelo avergonzada.  

—No puedo lidiar contigo, Vinka. Lo siento. Eres imposible. 

—No quería que sonara de ese modo, lo juro —insisto, suplicante y frustrada. Maldita sea, no puede ser tan difícil expresarme de la manera correcta—. Sólo quiero saber qué quieres tú. Qué esperas de mí. 

—Espero que seas consecuente con lo que haces. Y espero que te des cuenta de que poner barreras a tu al rededor sólo porque estás asustada no es la solución a nada. 

—No estoy asustada —espeto, sonando, sin querer, como una niña. Estoy estresada. 

—Como quieras, no me interesa discutir sobre eso, para ser honesto. 

—Tampoco quiero discutir. 

—Está bien —dice, y sé que está mirándome directamente, incluso aunque yo no pueda ver sus ojos a través de los cristales oscuros. 

—Sólo quería aclarar las cosas. 

—Está bien —repite, sereno, y se encoge de hombros.  

—¿Podemos seguir siendo amigos, entonces? 

—¿Qué? —Se ríe—. Yo nunca he sido tu amigo, Vins. 

Tiene que estar bromeando.  

—¿Puedes comenzar a serlo ahora, entonces? —Mi esfuerzo por no perder la paciencia está absorbiendo todo de mí.  

—No. 

—¿Va en serio Niall? ¿Entonces qué? ¿Después de esto nunca vuelves a hablarme y listo? 

—Algo así. 

—¡Eres tan injusto! 

—¿Injusto? ¿En serio? —Se ríe con sarcasmo. Como se ría en mi cara una vez más juro que voy a matarlo, esta conversación es exasperante. Él es jodidamente exasperante. 

—Claro que es injusto. ¿Puedes ser amigo de Helen pero no mío? 

—Es diferente. 

—¿Sí? ¿Cuál es la diferencia? 

—Helen es mi ex novia. Tú no. 

—¡Con mayor razón! 

—No voy a ser tu amigo, Vinka. Es todo —replica con determinación. Toma mi bicicleta del manubrio y del asiento y la mueve para ponerla entre nosotros—. Ya puedes irte. 

—No toques mi bicicleta —lanzo enojada y yo misma quito sus manos de ella. 

  

Ahora

Camino al baño y pego un portazo conmigo dentro. Apoyo las manos en el borde del lavatorio, pero el tacto de la porcelana fría en conjunto con mi propio peso puesto sobre mis palmas, hacen que la izquierda comience a arder. Claro, cuando la veo, descubro que me he hecho un corte pequeño en un costado y toda la piel de mi mano esta colorada por el golpe con los pedazos de taza y el mesón de la cocina.  

Cuando intento abrir el grifo de agua, paso a llevar con un brazo la botella de mi perfume, haciéndola caer al suelo y quebrarse al instante entre mis pies.  

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora