Aprenda a dar la espalda

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Si un día usted tuvo el privilegio de asistir a una presentación de una orquesta, debió haberse admirado por el bello espectáculo. (Si no ha ido, ¿qué tal ver en YouTube, je, y fijarse en los detalles que hablaré aquí?)

Usted puede percibir que los miembros de la orquesta se alinean cuidadosamente en sus posiciones, para que puedan fijar sus miradas y afinar sus oídos solamente en el trabajo.

De repente, surge una figura que saluda rápidamente al público y, sin dar explicaciones, le dará la espalda. Ese es el maestro.

Su cuerpo hace movimientos seguros, sus brazos golpean el aire y sus manos sostienen firmemente la batuta. Sin descanso, estas se levantan en movimientos suaves, tiernos, rápidos, bruscos. En fin, para quien está simplemente admirando y no entiende de música, como yo, la comprensión no pasa de eso.

Pero lo que más me llama la atención es el hecho de que el maestro le da la espalda al público. Él se concentra en un solo objetivo y permanece absorto en él todo el tiempo. Está entregado al esfuerzo de lograr la mejor melodía de los músicos que están involucrados en aquella exhibición.

El maestro jamás lograría hacer lo que hace si estuviera observando a la audiencia, pues en ella hay todo tipo de gente. Mientras existen aquellos que están compenetrados y admirando cada detalle, existen los que atienden el teléfono o conversan con la persona que está al lado. También hay otros que demuestran insatisfacción o prisa para irse de ahí.

La vida es del mismo modo. Vivir regulando nuestras elecciones observando u oyendo la opinión de los demás no nos permitirá ser y hacer lo mejor de nosotros.

¡Quién no pasó por alguna de estas situaciones!

“¿Por qué no consigues un novio?”

“¿Por qué no te casas?”

“Si yo fuera tú, tendría un hijo”.

“Un solo hijo es poco. Si yo fuera tú, engendraría uno más”.

“¿Por qué no te cortas el cabello?”

“¡Qué hiciste! Te cortaste el cabello. ¿Por qué?”

Sé que usted debe estarse riendo ahora, pero así es como todos vivimos. Recibiendo críticas y sugerencias todo el tiempo. Y eso, claro, sin que nosotros lo pidamos.

Cuántas mujeres no consiguieron un hombre desagradable como novio, solo para darle satisfacción a alguien.

E incluso otras que tuvieron un hijo para no oír más cosas incómodas.

Sepa que actuar para contentar a alguien es frustrante, pues las personas nunca se satisfacen. Siempre habrá algo en nosotros que reciban sus intervenciones. Entonces, para que su vida produzca una bella melodía, pase la mayor parte del tiempo de espaldas al público. Desee ardientemente agradar a Dios y esté atento a lo que dice Su Palabra.

Los consejos son buenos y todos nosotros los necesitamos, pero elija bien los que le servirán.

Núbia Siqueira

Tomado del blog Universal México.

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