¿Se puede escuchar música secular?

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Una pregunta que siempre surge es: ¿un cristiano puede oír música secular? La sociedad es extremadamente musical. En prácticamente todos los lugares hay una canción y raramente esa canción es cristiana.

La Biblia le deja un consejo valioso a todos los que tienen dudas sobre poder o no practicar alguna actividad:

“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” (1 Corintios 10:23).

Así debe contemplarse la música. Esta no necesita ser cristiana para ser buena, lo que le otorga calidad a la canción es el mensaje que está transmitiendo. Hay obras musicales con letras edificantes y otras que no añaden nada en la vida de un cristiano (o, al contrario, traen contenidos perjudiciales).

Es decir: la música es como cualquier otro arte: solo una herramienta. De la misma manera que una telenovela puede llevarle buenos mensajes a alguien, como es el caso de Jesús, de la Record TV (novela transmitida en Brasil), otras pueden propagar el odio o mensajes maléficos. Al consumidor le corresponde elegir lo que va a llevar dentro de sí: el buen o el mal contenido.

¿Elegir bien la música es suficiente?

Un error que ocurre frecuentemente, incluso dentro de las iglesias, es la entrega total a una canción. Algunas personas olvidan que dicho contenido es solo una herramienta de alabanza y se dejan guiar por las emociones. Es esto lo que explica el obispo Edir Macedo, en su blog:

“Normalmente, al buscar al Espíritu de Dios, el emotivo se rinde a las emociones de la música sacra y se deja llevar por ella. No piensa, solo siente. Si cae en llanto, cree que es el Espíritu Santo, solo porque siente fuertes emociones. Es decir, el emotivo se encanta y se entrega a las emociones del ambiente emocional. Por eso mucha gente ha sido engañada por el propio corazón que se alía con el espíritu del engaño”.

De acuerdo con lo que el propio obispo Macedo explica en su libro Reyes de Israel, “es necesario tener extremo cuidado con la ilusión musical. Especialmente cuando la música se convierte en el fin y no la herramienta. La Biblia está repleta de ejemplos de alabanzas acompañadas con la melodía. Pero no se puede dejar engañar por sus llamados emotivos, que tanto encantan como debilitan la acción de la fe inteligente. La música mezcla el mensaje con la emoción. Si nos dejamos llevar por la emoción, olvidando el mensaje, el diablo aprovecha para sacar ventaja”.

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