Testimonio 3

128 11 0
                                    

Cuando me casé, lo hice con la finalidad de ser feliz. Tenía una historia de dolor y sufrimiento en mi niñez, pero pensé que en mi etapa adulta todo sería diferente. No obstante, mi realidad no fue lo que esperaba, ya que mi esposo era alcohólico y mi hijo fue diagnosticado con el Trastorno de Déficit de Atención.

Los médicos me decían que para este mal no había cura. Recorrí neurólogos, psiquiatras, psicólogos, pero por más tratamientos, terapias y medicamentos que le daban, no veía ninguna mejora. Económicamente no afectaba al principio, sólo que cuando mi esposo se quedó sin empleo fue peor.

Sentía un enojo profundo con la vida, ¡por qué tenía que ser tan infeliz! Ya me había resignado al diagnostico médico y a que estuviéramos en esa situación. Era un dolor en el alma muy fuerte. Me regalaron un periódico del Centro de Ayuda Universal, al conocer sobre el Ayuno de los Casos Imposibles, participé y perseveré. Aprendí a usar mi fe para terminar con aquello que humanamente era improbable que sucediera.

Uno de los mayores milagros que obtuve fue la recuperación de mi hijo al 100 por ciento. Y al ser constante en las reuniones, fui venciendo cada problema. Mi esposo dejó el vicio del alcohol, encontró trabajo y hoy vivimos con tranquilidad, esto gracias a la confianza que la fe en el Señor Jesús nos da”, Citlali Ynsunza.

Tomado del blog Universal México.

Cerca de DIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora