¿Quiénes somos nosotros delante de DIOS?

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Escuela de la fe (miércoles en la Universal)

Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Lucas 16:13.

Este texto no deja ninguna duda en cuanto a la posición de quien realmente es siervo o quiere servir a Dios.
... porque o ha de odiar a uno y amará al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro ...

Quiere decir que: o el siervo ama a Dios y se dedica a Él con todas sus fuerzas, de todo su entendimiento y de todo corazón y, automáticamente y en la misma proporción inversa se odia a sí mismo, al mundo y a las riquezas O tal siervo odia al Señor Jesucristo, se ama y se dedica a sí mismo.
Justamente a causa del conflicto de a quién servir es que se hace necesario el sacrificio. Quien sacrifica para Dios, sirve a Dios y se desprecia a sí mismo y al diablo. En resumen, ningún siervo puede quedar neutral entre servir a uno u otro señor. Solamente el sacrificio tiene el poder de definir a quién se sirve, a Dios o a las riquezas.

Cualquier persona puede creerse sierva de Dios y hasta defender su posición ante los hombres, pero es el sacrificio (servicio) de ella que testificará ante Dios a quién realmente sirve.

Un miembro de la Iglesia del Señor que es empresario, empleado o que ejerce su profesión de abogado, médico, profesor o cualquier otra actividad, siempre que sea siervo de Dios, antes de considerarse "miembro de la denominación cristiana", en realidad pertenece al Cuerpo de la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, como miembro de este Cuerpo, naturalmente, primero él debe toda su vida y servicio a la Cabeza de este Cuerpo. Ante eso, toda su vida tiene que priorizar el beneficio del Cuerpo (Iglesia o Reino de Dios). Mucho más que la familia, la profesión, sus sueños y proyectos personales, en fin, todo, todo tiene como objetivo la Gloria de la Cabeza del Cuerpo. Por eso, el Espíritu Santo afirma: Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31

El vendedor de automóviles, por ejemplo, si tiene como objetivo ganar dinero para sí mismo y el confort de su familia, él tiene obligaciones con su patrón, después consigo mismo y con su familia y, por último, con su denominación religiosa. Pero si, de hecho y de verdad, es siervo de Dios, entonces primero él tiene obligaciones con el Señor de su alma. Quiere decir que no sólo devuelve el diezmo a Dios, sino que él es el propio Diezmo del Señor en su familia, en su trabajo y en su iglesia.

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Tomado del Facebook de obispo Djalma Bezerra.

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