“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es Mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:26-28).
La Santa Cena significa la comunión con el propio Señor Jesús, pues está escrito: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16).
En el libro En los pasos de Jesús, el obispo Edir Macedo explica quién puede participar de la Sagrada Ceremonia. El apóstol Pablo afirma, en el libro de 1 Corintios 11:27-30: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”.
El apóstol no da una definición de lo que se entiende por ser indigno. Por lo tanto, puede verse que solo pueden participar de la mesa del Señor aquellos cuyas vidas fueron realmente lavadas por la sangre del Cordero, es decir, aquellos que mantienen sus conciencias purificadas por la paz de Dios”, aclara el Obispo en el libro.
Tomado del blog Universal México.
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