¿ESPÍRITU SANTO mora en usted?

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El apóstol Pablo estaba en un viaje misionero por Asia Menor, y llegó a Éfeso para establecer la iglesia en aquella región.

Al estar delante de algunos discípulos, la primera pregunta de Pablo fue al respecto del Espíritu Santo. Vea:

“Les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. Eran por todos unos doce hombres” (Hechos 19:2-7).

Fíjese bien, aquellos hombres habían recibido la fe, habían sido bautizados en las aguas, sin embargo, aún no les habían enseñado con claridad sobre la promesa del bautismo con el Espíritu Santo. Cuando Pablo se dio cuenta de aquella falta de conocimiento, de inmediato, corrigió el problema.

Imagine, eran alrededor de 12 discípulos, que aunque tuvieran buena voluntad para servir, jamás lograrían dar verdaderos frutos de su transformación de vida.

Precisamente, porque es imposible vivir la fe de forma continua, sin el Espíritu Santo. Es imposible tener la mente iluminada, tener el corazón purificado o tener el testimonio de la conciencia de que somos hijos de Dios, sin el Espíritu Santo. Él es quien nos saca de la condición de alma viviente y nos transforma en Espíritu Vivificante. Él es quien nos convence del pecado y promueve el arrepentimiento. Él es quien nos recuerda lo que aprendemos en la Palabra de Dios. Y yo podría continuar aquí haciendo una lista extensa sobre la Obra del Espíritu Santo en el desarrollo de la Salvación.

Pablo permaneció en Éfeso durante tres años, y la iglesia en esta ciudad se volvió en una de las más importantes e influyentes del primer siglo. Éfeso desempeñó un papel crucial en la predicación del Evangelio en Asia, es decir, de esta iglesia, la Palabra de Dios se extendió a muchos lugares, a causa de los discípulos que nacieron allí. Vea, este crecimiento no sucedió solamente en el número de personas, sino, sobre todo, en la calidad espiritual, a causa del bautismo con el Espíritu Santo.

El apóstol Pablo había recibido el Espíritu Santo inmediatamente, en los primeros días de su conversión, entonces, él sabía que aquellos discípulos, que estaban durante años sin recibir tal privilegio, vivían estancados en la fe.

Para estos hombres, el impedimento era por completa ignorancia con respecto a la promesa de Dios, pero, para la gran mayoría, hoy, en las iglesias, es el hecho de no creer como dicen las Escrituras. Es decir, a pesar de saber lo que la verdadera fe exige, esas personas continúan sin entregarse 100%, como el Altísimo lo exige. Ellas no abandonan su vieja vida, sus deseos y sus vanidades para agradar a Dios.

Entonces, aunque el bautismo con el Espíritu Santo sea una promesa amplia para todos, no todos son los que logran el cumplimiento de esta. No, porque Dios no quiera, pues pienso que esa es Su mayor voluntad. Pero, el bautismo es para quien CREE. Y CREER no es ser un cristiano nominal, frío, indiferente, débil o inconstante en la fe.

Si Dios no cambia, pero Él continúa siendo el mismo de eternidad en eternidad, ¿por qué Él no bautizaría a una persona fiel, sincera y deseosa de tener Su Espíritu para amarlo y servirlo? ¿Por qué Él dejaría a un hijo Suyo desamparado y sin el mayor revestimiento de poder eficaz para enfrentar todo el mal en este mundo? ¿No tiene sentido, verdad?

 Por Núbia Siqueira
Tomado del blog Universal México.

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