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Además, intentaré contaros trucos y daros consejos para empezar a crecer como autore...
Quien ande un poco avispado con los patrones ya se habrá dado cuenta de que hoy tampoco toca una reseña, porque le llega el turno a hablaros de cuatro novelas que tengo en mi biblioteca. Están en curso y de momento no puedo decir que sean buenas o malas historias pero lo que he leído hasta ahora hace que tenga las esperanzas puestas en ellas y que de momento, vayan por buen camino.
Después de dos entregas, no tengo nada más que decir al respecto. He intentado variar un poco en los géneros pero no sé yo si me ha salido bien esta vez y creo que vais a sorprenderos. En cualquier caso, mejor os dejo con ellas y no me enrollo que me dan pereza las introducciones.
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1-YOBBO 98 de Mariano Eme
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He decidido empezar con la excepción porque no sé. La cosa es que no lo nombro porque es un usuario inactivo que ha dejado las historias para que las sigamos disfrutando pero nada más. Sabéis que a mí no me gustan los usuarios inactivos. Pues ahora cómo os quedáis si os digo que es juvenil.
Lo más probable es que de este autor conozcáis otra más famosa que se llama Los matones del patio, que yo no dudo nada sobre su calidad, pero es que prefiero seguir las aventuras de un fracasado que se emborracha en la plaza del Dos de mayo en Madrid, la verdad. Y como son mis recomendaciones, las elijo yo.
De hecho, está terminada pero no quería reseñarla porque no quería perder el tiempo con alguien inactivo —que para nada esto va a malas— me parecería injusto quitarle la oportunidad de visibilizar a otra persona que sí anda por aquí y lo puede leer. Pero a la par, tampoco quería no nombrarla, así que decidí incluirla en las recomendaciones.
Chencho es el protagonista de esta historia. Sí, va al instituto y vive en Madrid, no tiene pocas luces, pero tampoco demasiadas. Es promedio y ostenta la tontería adolescente de las escisiones más alternativas de la juventud, así que cómo no iba a llamarme la atención. Si a medida que leía sobre Chencho me daba la impresión de que leía sobre cualquiera de mis colegas.
La escena en la que roba refrescos en los bajos de Argüelles por el ciego podría haber sido protagonizada por cualquiera de mis amigos y me lo habría creído perfectamente. Es una historia muy real, muy cercana del ambiente español de los noventa. Está muy bien escrito, es muy fácil pero no simple ni sencilla, al contrario y tiene mucho humor de verdad, no del artificial.
Lo que más me gusta, de hecho, es que visibiliza drogas pero no las romantiza. Al contrario. Los personajes se drogan porque, ¿quién no se droga o quién no ve a gente drogándose en su adolescencia? Por Dios, al menos en España como mínimo tienes un amigo porreta, lo sabes, lo sé, pero no hay arquetipos juveniles de estos que dan cáncer de ojos y pelean en un ring ilegal. Que estaría guapo que hubiera peleas ilegales en los bajos de... oh. Wait.
¡Como para no incluir drogas en Malasaña y Argüelles!
En definitiva, es una historia para el que le pique la curiosidad por saber cómo es la verdadera vida de los adolescentes españoles, sin exagerar, sin dramatizar, sin decorar ni ficcionar nada para hacerlo interesante. Es hacer de lo ordinario lo extraordinario y también para quien quiera revivir viejos tiempos, porque YOBBO 98 es nostalgia. Juvenil de calidad. Que existe, no es un animal mitológico. A mí me tiene cautivada. Será que soy una melancólica de mierda, que también.
