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Al fin había llegado el día, en la noche me costó cerrar los ojos, daba vueltas en la cama mirando la pared, sin mucho interés, al igual que revisaba mi celular para fijarme la hora, marcaba las dos de la madrugada y en mi deseaba que todo saliera bien. Luego de esa preocupación no supe en que momento caí dormido en los brazos de Morfeo.

Ahora estaba sentado con mis rodillas cerca de mi pecho, haciendo a mi cabeza un alboroto de pensamientos si salía mal nuestro escape. Aun debía ir a mis clases, sé que no estaré para nada concentrado en lo que dicte el profesor, pero daré el intento de distraerme y mantenerme positivo. Al terminar de cambiarme y mirarme por última vez en el espejo, tomé mi mochila sin ganas y dejé mi cuarto atrás para ir al comedor con mi madre.

No esperaba encontrarme con ese inútil en la mesa, y gritando incoherencias a mi mamá por no haber puesto la alarma para que ella se levantará y preparé su desayuno, sabía muy bien que era a mi a quien no quería ver a la cara después de como se la había dejado aquel día. Aun así, lo ignoré y fui a saludar a mamá como todos los días.

— Eres un maleducado, ¿que no te han enseñado a saludar imbécil?

Mencionó aquel sujeto, lo que en mi interior no iba a dejar que me arruinará el día.

— No saludo a los idiotas sin cerebro

Con una media sonrisa lo miré y fui a la heladera para sacar algo de tomar. Él no volvió a responder, por lo que sabía lo había enfadado. Algo a mi favor, no era momento de que arme una pelea conmigo, tenía que salir, porque según el señor se estaba haciendo tarde. Así que, desde mi posición apoyado en la mesada, mirando como comía su desayuno con el ceño fruncido, y de vez en cuando pude sentir su mirada de reojo.

— Me voy esta cosa ni es comestible, es un asco, comeré algo mejor afuera, adiós

Alcé ambas cejas viéndolo tomar su chaqueta y salir azotando la puerta. Al fin solo con la presencia de mi madre, me eche a reír. Ahogándome un poco con el jugo de naranja que estaba tomando.

— Es un tarado, se hubiera ahorrado verme la cara, y aun así desprecia tu comida, pero ¿le viste la cara que puso cuando lo contradije?

Tomé aire y así soltando un gran suspiro para sentarme en la silla y esta vez comer tranquilo mi desayuno junto a mi progenitora. Sirviéndole en un vaso jugo de naranja. Mi madre notó mi sonrisa, ella hace mucho que no me veía así de sonriente, pero me di cuenta de que ella también iba a reír en el momento que ataque las palabras de ese hombre.

— Ya hijo, pensé que te iba a hacer algo, termina y ve a tus clases, te estaré esperando para alistar las cosas

Asentí frenéticamente, y tal como ella dijo terminé mi desayuno sin borrar la sonrisa de mi rostro. Luego de dejar los platos en la cocina salí de casa con los auriculares puestos y escuchando a un volumen moderado, ya que no quería quedarme sordo. Al menos escuchar un poco el recorrido de los autos. Recuerdo que varias veces casi me atropellan por estar sumergido y concentrado en la música y no alcanzaba a escuchar tanto motos como autos avisar que iban a pasar, igual las bicicletas, no escuchaba ese "rin" para darle el paso.

Ahora estaba más consciente de poner atención a las luces del semáforo, y ver si viene alguien detrás de mío. No tomaba el transporte, porque gastaría una cantidad innecesaria teniendo la Universidad a unas cuadras, y el esperar a que llegue el trasporte correcto que me deje cerca del lugar eran minutos perdidos que se podía ganar caminando. Me tomaba el mismo tiempo llegar a la Universidad caminando al igual que en transporte. Lo comprobé cuando Yoongi una vez le dije que me viniera a buscar para ir juntos. Pero él creyó que íbamos a esperar a que viniera el colectivo. Claramente no fue así, entonces se quedó a esperar mientras yo iba en camino. Justo en el momento que llegaba a la puerta, Yoongi apareció y me miró sorprendido, pensando que me iba a demorar más de lo habitual que el haber tomado un colectivo. Ese día gané un almuerzo gratis.

Muéstrate Realmente - TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora