Capitulo 36

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Llegando a la conclusión de que no tenía de otra ya que era trabajo y él un profesional, se puso en marcha hasta el CoffeeCafe.

Se encontraba a una calle de llegar, cuando vio al rizado salir y revisar la calle, al parecer buscándolo. Le causó gracia y ternura ver su notable decepción al pensar que no había ido por él. Al saber que debía pasar por esa calle, se escondió tras un árbol, esperando a que pasara. Justo cuando el rizado se había alineado a la altura del árbol, Christopher saltó en un abrazo para Joel.

-¡¿Pero qué!?- gritó el rizado viendo la cabellera negra del contrario -¡Tú! ¿Quieres matarme o qué?-

-No es eso- repuso el castaño, rompiendo el abrazo para tomar la mano del menor y ponerse en marcha -Lo que pasa es que eres muy fácil de asustar-

-Cl-claro que no- se defendió -lo que ocurre es que tú siempre te apareces de la nada.-

-Vamos al parque- propuso el castaño.

Y tomados de la mano se encaminaron a la banquilla donde Joel unos días atrás, había aceptado ser su novio.

[...]

-Nos sentaremos aquí- dijo Christopher tomando lugar bajo el gran árbol de raíces torcidas, y pasto podado.

-Claro, ¿Para qué sentarnos en la banca que está a menos de un metro?- contestó sarcástico el rizado, aunque también tomando su lugar a lado del castaño.

-No seas aguafiestas Pimentel- atacó el mayor dandole otra lamida a su helado. Joel procedió a hacer lo mismo -Confiesa, ¿Qué llevas en esa bolsa?-

-La notaste muy tarde, así que no te diré- le reprochó el rizado.

-Claro que no, la vi desde que saliste, esperaba que me dijeras por tu cuenta qué era- Se defendió.

-Ajá sí-

Ignorando al castaño procedió a darle otra probada a su helado de chocolate, y gracias a esta acción dejó rastros del mismo en las comisuras de sus labios. En un movimiento improvisado y rápido, el ojimiel no dejó pasar la oportunidad de incordiar al rizado, se giró sobre su cuerpo apoyándose sobre una mano y acercando su rostro al contrario. A través de los enormes lentes, Christopher pudo ver unos desorbitados marrones, el helado se interponía entre ambas bocas, pero eso no hizo retroceder al castaño para aproximar sus labios a los contrarios y limpiar los dejos del chocolate con pequeños besos.

Ardiendo, helado, sin pulso pero con el corazón dislocado, así se sentía Joel en ese preciso momento.

-¿Ahora si me dirás qué hay en la bolsa?-

-¡Está bien!- exclamó Joel.

Con las manos temblando de los nervios, sacó un pequeño libro de un empastado azul. E inseguro se lo ofreció al castaño.

-Es... es «El principito»-

Aceptó con demasiada vergüenza. No era fácil aceptar que no se le había olvidado, y mucho menos no sabiendo si el otro lo recordaba. El rostro del mayor se descompuso, en un debate mental sobre cómo reaccionar, pues por un lado estaba lo tremendamente adorable que se veía el rizado, y por otra, bueno, se encontraba el opuesto como debía reaccionar. Lo que haría el antiguo él, lo que tendría que hacer, siempre seguía ese guión tan bien grabado en su mente.

-¡Gracias!- atinó a decir, y procedió a arrebatarle el libro para finalmente abrazarlo.

-N-no es nada.-

-Ahora, leémelo.-

-¿Qué?-

-Que me lo leas-

-¡No es justo! Siempre te leo todo, ¿Estás seguro que sabes leer?- arguyó el rizado, quién había recobrado su compostura.

-Joel, ¿Te puedo preguntar algo?- pidió de improviso el ojimiel.
-Ya lo hiciste -argumentó el de lentes.

Christopher mostró una risa vaga, la cual le señaló al rizado cuan en serio hablaba.

-Hablo de que...- continuó -¿Me dirías si en el pasado hiciste algo que molestara a Zabdiel?-

Joel tuvo que luchar para que el chocolate no le ahogara. Se negó contestar, lo único que logró hacer fue bajar la cabeza, cohibido e incómodo por el recuerdo.

-Por favor, dime- repitió Christopher, quien sabía que si no era de Joel, de nadie más obtendría una respuesta

El rizado titubeo, no estaba seguro de revelar un tema que tanto le había afectado meses atrás. Miró de soslayo al castaño, que le miraba insistentemente pidiendo una respuesta. ¿Podría hacerlo?

Sí, Christopher merecía saberlo.

-...Hace no mucho- Comenzó a confesar, casi en susurro -en las duchas él... m-me atacó... cuando estábamos sólos...-

-¿Te golpeó?- interrumpió el más alto, inesperadamente ansioso por la verdad. No sabía por qué, pero tenía sensación de que no había sido nada más eso. No tenía sentido.

-...no, él intentó...- Joel apretó los labios, en un intento desesperado de que no se le quebrara la voz.

Christopher no tuvo que acabar de escuchar, lo que a leguas intentaba con todas sus ganas decir Joel, para adivinar la horrible verdad.

-No puede...- musitó el castaño -¡Pero que...! ¡¿Cómo!? ¡¿Y qué hiciste?!-

-Cu-cuando trató de...- tragó saliva duro, su mano se habia había formado en un perfecto puño blanco a falta de la circulación -yo logré pegarle ahí, en-en sus partes...- Admitió con vergüenza.

-¡Bien hecho!- exclamó el contrario con extraña emoción -. ¿Y después de eso?-

-Pu-pues un profesor llegó y le reprendió, me protegió pero como no tenía pruebas contundentes sentenció a Zabdiel. Sin embargo después de éso el me amenazó, me dijo que haría cualquier cosa para vengarse...-

Christopher apretó sus parpados, ahora lo comprendía. Él era esa venganza. Lo que le haría pagar a Joel por lo que había hecho a Zabdiel. No, no era una venganza, era un capricho estúpido de un imbécil al que le habían herido el orgullo de macho dominante. Pero a pesar de todo, nada de esto le hizo sentir tan fatal como lo que escuchó decir a Joel después.

-Sonará idiota, pero ahora puedo estar aliviado si la venganza de Zabdiel fue lo de hace unos días- soltó el rizado con una suave sonrisa -Sé que sonará fuera de lugar pero, la razón por la que en un principio no quería acercarme a ti era...- El pecho de Christopher se aceleró, la respiración se le escapó de los pulmones, y lentamente sintió cómo algo muy parecido a un puñal le atravesaba el corazón -...porque creí que tu formabas parte de esa venganza- finalizó Joel, y una sutil sonrisa vergonzada se dibujó en su rostro. Como pidiéndole disculpas al ojimiel por pensar semejante cosa de él.

Pero para Christopher fue igual a escuchar su sentencia de muerte. No sabía el por qué de esa reacción interior, y deseaba con todas sus fuerzas dejar de sentir esa presión tan dolorosa dentro de él. De manera ingenua pensaba que en cuanto sus lazos se terminaran con Joel, todo regresaría a la normalidad.

Sólo un poco más, Christopher, resiste sólo un poco más. Y trató de consolarse con esa mediocre y tonta excusa.

Como si no nos hubieramos amado || VirgatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora