Capitulo 1

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¡Demonios! Iba tarde, muy tarde.
                     
Me habia pasado toda la endemoniada noche estudiando para el examen de álgebra, quizá fuera el mejor de la clase, pero definitivamente esa materia era mi debilidad, apenas sonó el despertador, lo apagué de golpe para poder seguir durmiendo. Vaya, si existiera una máquina del tiempo y se tuvieran como se tienen las televisiones en casa, habría regresado en el tiempo para darme un buen golpe y decirme que despertara de una buena vez.

Ademas me encontré con mi padre en el comedor, bonita forma de iniciar el día, encontrarte con tu padre con quien tienes una pésima relación en donde apenas si nos hablamos.

Corría frente a la casa del señor Sullivan, hermoso jardín con preciosos abedules frondosos, pero terrible dueño, aún me pregunto cómo es qué todo el jardín puede desbordar esa vida con semejante cuidador. 

Ya falta poco, cinco cuadras más, cinco cuadras más, sentía el típico ardor en los gemelos y la dificultad para respirar al correr.

Una de las ventajas de vivir en este diminuto pueblo era que algunas cosas estaban relativamente cerca, pero aún con ello no podía darme el lujo de levantarme diez para la hora de entrada.
                     
Justo cuando estaban por cerrar la puerta, logré pasar, aunque no fui el único, otro chico que aún adentro corrió para quién sabe dónde, interceptó conmigo.

No logré verle la cara, aún cuando debió voltear para disculparse por haberme empujado al entrar. No era algo que me molestara, a fin de cuentas siempre he sido de los invisibles, del club de nerds ignorados ¡bah! a estas alturas de la vida me da igual.

Recorrí uno de los pocos grandes pasillos en la escuela hasta finalmente llegar al aula de la temible profesora de algebra, para mi suerte, que rara vez era amable conmigo, la profesora aún no llegaba. Apenas crucé el marco de la puerta cuando unos delgados brazos me asaltaron.

-¡Joel! ¡Llegaste!- canturroneó mi amigo.

-Sí, sí, Yoandri. ¿Qué te he dicho sobre gritar obviedades?— Pregunté sarcástico a lo que el torció los ojos.

-¡Aburrido ratón de biblioteca!— Resopló, acto seguido, sus ojos se volvieron a iluminar tras ver a alguien, este chico si que podía llegar a dar miedo.

-¡Johann, llegaste!- Gritó justo antes de avalanzarse sobre mi amigo.

-Si que eres brusco- se quejó Johann, ¿verdad qué sí? me pregunte internamente -Hola Joel–

-Hola Johann, ¿que tal fue la ida de compras con tu hermana?- 

-Pues, mmm... bien...-
Contestó con un rostro lleno de desesperación frustrada, al parecer recordando algo, a lo que Yoandri y yo reímos. 

-¿Tan mal te fue?- Yoandri preguntó divertido.

-No sabes cuánto- contestó Johann, en lo que entrábamos al salón y nos acomodabamos en nuestros asientos. Yoandri hasta el fondo atrás, Johann al frente del lado de la ventana, yo en medio adelante.

Éstos eran mis únicos y mejores amigos. Yoandri podía llegar a ser muy risueño y raro, Johann, en cambio, siempre va por la escuela leyendo, somos en realidad muy parecidos. Dieron el toque comenzando así la clase, me preparé mentalmente.

¡Era el examen de álgebra!

¿Era eso posible?

La estricta profesora entró al aula haciendo sonar sus enormes tacones de aguja, tenía más de cincuenta años, ¡Eso debería prohibirse!

Comenzó a repartir todas las pruebas sin más. Cuando terminó, fue hasta el frente de la clase y con la voz altanera y chillona dijo lo de siempre.

Como si no nos hubieramos amado || VirgatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora