Pronto se olvidaron de qué era el tiempo, eso era irrelevante en ese momento en el que se dedicaron a revisar la música dentro del aparato, repitiendo canciones, alabando unas, odiando otras.
En la cama del rizado fue donde se sentaron para seguir con su estudio musical, tal vez se dieron cuenta cuando pasó, o tal vez no, pero de pronto ya se encontraban recostados en el mullido colchón, riendo y escuchando.
Tiempo que pasaron tan cómodamente juntos que dejaron fuera las formalidades y prejuicios, sin darse cuenta, sin darse tiempo para arrepentirse.
El brillo del sol indicando que comenzaba un nuevo día, la suave brisa del bosque, y los cantos mañaneros de las aves, les sorprendieron en un nuevo amanecer acostados uno al lado del otro.
El rizado fue abriendo sus ojos cafés de a poco, encontrándose con un borroso paisaje, no llevaba puestos los lentes pese a eso lo que más le confundió fue la extraña superficie donde tenía apoyada su cabeza.
Era dura, no era una cómoda almohada y aún así, se le parecia la cosa mas suave del mundo, emanaba un embriagante perfume, y el calor que desprendía era por de más relajante, acompañado de esto, aquella extraña superficie parecía moverse, de arriba hacia abajo, en un compás incesante y a una distancia que no podía descifrar, escuchaba... latidos.
Una rítmica melodía contra su cabeza, una que le hipnotizaba y adormecía llevándolo a un lugar lejano y desconocido, dónde su mente no era bienvenida.
Pero de pronto, entre la fina linea del sueño y la realidad, cayó en lo que sucedía, entonces se levantó como un resorte, y sentándose recto en la cama, con los lentes chuecos entre el puente de su nariz y sus orejas, con el cabello hecho un desastre, volteó lento hacía su acompañante. Encontrándose a un, todavía profundamente, dormido Christopher.
¿Qué iba a hacer ahora?
¡Había dormido con Christopher!
Claro que no de esa manera... pero, ¡Lo había tomado como almohada!
Y lo peor era que ahora que lo notaba, Christopher lo estuvo abrazando por encima del hombro... no podía pensar, eso no podía estar sucediendo.
En un movimiento torpe y predecible, se levanto de golpe y se dirigió al baño, donde se obligaría a poner en orden sus pensamientos.
Inhaló y exhalo pausadamente, tenía que tranquilizarse, no era para tanto, sólo durmieron juntos, en la misma cama, sin dobles intenciones, como amigos, y nada más.
No era para tanto.
Se quitó la ropa y se metió a la ducha, tal vez con agua fría sus irracionales miedos desaparecerían, con el agua cubriendo lo por completo, y el shampoo en su cabello, comenzó a tararear una de las canciones que escucharon el día anterior, y pronto dejó eso de lado, creando una propia.
Casi siempre que una tonada se originaba en su cabeza era a través de otra y en la ducha tal vez porque le encantaba el agua y más el sentirse protegido por ella, era relajante y le separaba de la
realidad por un corto tiempo. Pronto comenzó a darle forma a la música dentro de él, y con titubeantes palabras, insertó lo que podría ser el inicio de una canción.Era el inicio de una nueva canción, sin embargo, sabía que sólo quedaría escrita en su libreta, sin más, a veces quería enseñarle alguna de sus canciones a alguien, pero no se atrevía, el temor al
rechazo era lo que siempre le abrumaba. Sabía que eso era algo cobarde, pero no podía hacer nada para remediarlo.Salió del pequeño compartimento de la ducha, se secó lo mejor que pudo, colocó sus lentes donde debía y dispuesto a salir del baño cogió el pomo de la puerta para girarla, pero algo lo detuvo.
Escuchó risas... pequeñas risitas y murmullos al otro lado de la cabaña, sólo podía ser una persona, Christopher, pero si era él, entonces ¿Con quién estaba hablando?
Una parte de él le dijo que lo dejara pasar y que abriese la puerta como si nada, que no se quedará ahí, escuchando, pero otra parte más fuerte, le alentaba a mantenerse en esa posición y prestar mayor atención a las palabras del mayor.
—Sí, sí, ya te pedí disculpas— escuchó que decía el castaño —Sí, sí, no he tenido tiempo, ya sabes lo que él me pidió, sí, ¡Ha sido una tortura! No llevo tanto y quiero renunciar— hizo una pausa —sí, sí, lo prometo. Ajá, sí, te quiero...— Joel se recargó de más en la puerta, esta rugió por la madera vieja, y el de lentes se tapó la boca por la tremenda metida de pata que cometió —...hermanita—
Se pudo oír como colgó y Joel permaneció en silencio e inmóvil. ¿Fue descubierto? ¿Y si ahora Christopher creía que era un fisgón entrometido?
Armandose de un valor casi ridículo, tragó saliva, se enderezo y con firmeza y fingida indiferencia, se dirigió a donde su cama.
—¡Buenos dias!— oyó decir a Christopher.
—Buenos dias... —contestó Joel con su voz temblando un poco.
Después, en un prolongado silencio, el rizado se vistió y acomodó para pasar el resto del día ahí, encerrado, junto a Christopher. No es que le molestase, era más bien una incomodidad, pero lo más extraño era que le gustaba esa incomodidad.
En su corta experiencia con el castaño, un tiempo transcurrido con él significaba un vaivén de emociones desconocidas para Joel. En un momento sentía diversión, en el otro nerviosismo acabando con vergüenza. Y el que le agradara todo eso le generaba una inquietud estrepitosa, pero agradable.
Desde su lado de la cabaña podía sentir el constante repiqueteo de las teclas de un móvil, se veía que Christopher se apresuraba para escribir quién sabe qué cosa otra vez.
—Oye Joel, hace un rato...— comenzó el castaño.
—¡No fue mí intención escuchar!—
—¿Qué?—
Joel se giró en un movimiento rápido pero torpe, se tapó el rostro avergonzado con las manos y ganas no le faltaron para darse un buen golpe en la cabeza. ¡Era un idiota! Se había delatado a sí mismo, deseaba que un gran agujero negro apareciera bajo suyo y lo tragara entero con todo y sus idioteces.
—¿Escuchaste?— preguntó Christopher con una sonrisa divertida dibujada en sus labios —No importa realmente, sólo era mi hermana—
—Pero... aún así, me disculpo, fuí un entrometido— explicó Joel con voz titubeante mirando a la pared fijamente.
—No te preocupes, pero yo hablaba de si... dormimos juntos...— Joel sintió sus piernas quebrar y su cara arder de vergüenza al escuchar esas palabras.
—Sí, eso creo— contestó Joel rogando por que su voz no sonara tan inestable.
—¡Lo sabía!— exclamó Christopher ¿Alegre?
—¿Por qué?— preguntó Joel sin saber con exactitud qué era lo que quería saber.
—Porque dormí increíblemente bien— respondió el castaño comoexplicación.
Y ahí estaba de nuevo, ese inquietante nerviosismo dentro de su cabeza, con sus manos transpirando y sin saber qué hacer con ellas.
Quería gritarle que dejara de hacerlo, que dejara de ponerlo tan tenso y tan mal con sus palabras fuera de lugar, pero sabía que sería absurdo y patético.
—¿A—A qué hora traeran el desayuno?— fue lo único que se le ocurrió decir a Joel, y al caer en su pequeño tartamudeo deseo desaparecer, sólo podía rogar por que Christopher no lo hubiera notado.
—Tienes razón— agregó Christopher —¿Vamos a ver?—
—No, nos volverán a sermonear por desobedecer— respuso el rizado.
El castaño chasqueo la boca resignandose a esperar recostado en su cama.
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Como si no nos hubieramos amado || Virgato
Fiksi Penggemar¿Por qué lo hizo? ¿No le bastó sólo con ser una mentira? ¿Nada fue verdad? ¿Tan poco signifiqué para él? ¿Jamás... me amó? Aún no lo comprendo bien, aún no puedo asegurar que lo creo. Porque... sigo teniendo la esp...