Ese día en particular, era el primero en su escuela una semana después desde el ataque sufrido por los lacayos de Zabdiel en el baño. Tanto se había cansado de esperar al impuntual de Christopher para ir juntos, defecto descubierto un par de semanas después que comenzó a recogerlo, que se había adelantado a la escuela.A decir verdad estaba un tanto nervioso, ya que justo los lunes en su primera clase le tocaba compartir con sus enojados amigos, le parecía incómodo enfrentarlos. Ignorando algunas miradas indiscretas, como había aprendido a hacer de un tiempo para acá, siguió su camino hasta el aula de álgebra. Y bajo la atenta mirada de algunos, incluyendo a Yoandri y Johann, se adentró al aula, justo a tiempo al toque de la campana.
Procedió a sentarse al fondo, a lado de la banca vacía de Christopher, y por último alistarse para la hora. Cuando parecía que Yoandri se atrevería a hablarle, la profesora a cargo irrumpió en el salón, y detrás el castaño, quien parecía en apuros todo desaliñado y sudado, seguramente por la labor de correr hasta la escuela.
-Buenos días, alumnos- saludó la señora.
Christopher se deslizó hábil por entre las blancas hasta llegar a donde Joel. Con una amplia sonrisa le saludó, y asegurándose de que todos permanecían atentos al frente, aterrados ante la noticia que daba por escrito en el pizarrón la maestra, se inclinó con rapidez sobre Joel para así darle un fugaz beso en la mejilla. Apenas pudo ver Christopher, satisfactorio del resultado, el rostro cubierto por el escarlata suave en el rostro del rizado, antes de sentarse y disfrutar el resto de la hora.
Minutos más tarde, el rizado se encontraba inmerso en su examen, y Christopher quien no entendía un demonio, se la dedicaba a mirar a Joel por el rabillo del ojo, no distrayendolo ya que sabía cuan importantes eran los exámenes para él. Le causaba extrema gracia ver como Joel juntaba sus pies en perfecta alineación, juntos y rectos, seña evidente de cuan concentrado estaba. También se
veía el ceño fruncido con ligeres, los labios apretados y el juego de dedos que hacía con la mano que no ocupaba, intercalando la yema del dedo pulgar con el índice seguido del anular, para después tocarlo con el medio finalizando en el meñique.Un poco antes de que el timbre sonara, pudo ver como los hombros del menor se desplomaban en signo de agotamiento, así como de haber terminado.
-Ese es mí Joel- susurró cerca de su oido, seguido de ello, la reprimenda por parte del rizado, en forma de una pequeña patada recibida en su espinilla, no se hizo esperar.
Casi en sincronía tomaron sus cosas encaminandose a la cafetería. Iban muy juntos, demasiado pensaba Joel. Ese era el primer día como novios que pasaban en la escuela, y jamás creyó que sería así... bueno, tal vez con Christopher no se podría esperar otra cosa. La mayor parte del tiempo, el castaño se la pasaba intentando encontrar un momento para ponerle en aprietos. O Chris provocaba que sus hombros casi ni se despegaran cuando caminaban, o se acercaba mucho al de lentes para susurrar cosas fuera de lugar, cosas que empeoraban al compartir todas las clases.
[...]
-Hay que escaparnos- propuso de pronto el castaño de regreso a casa.
-No entiendo...-
-Mañana, no hay que ir a clases y vamos a la ciudad- aclaró Christopher rápido, como si hubiera sido algo que tenía planeado desde hace mucho.
-No, Christopher- Se negó el rizado girando a ver los ojos del contrario -Falté toda la semana pasada, necesito los apuntes, y los que me diste...-
-¿¡Qué!?- exclamó el castaño con teatral tono indignado -¡Me estás diciendo que no te gustaron los apuntes que tanto me esforcé en conseguir!- Joel tuvo que reprimir la carcajada que luchaba por salir de su garganta. Había ocasiones en las que el rizado era exageradamente dramático -Vamos Joel, no seas aguafiestas, ¡Hice una reservación en un restaurante de ahí! ¿Sabes el trabajo que me costó conseguirla? Mucho, Joel, ¡Mucho!- enfatizó el castaño, ensanchando la sonrisa
ajena.-Esta bien, pero sólo por mañana. Ya no puedo faltar más- recalcó el rizado.
Ese día Christopher tendría que ir de inmediato con su familia ya que ésta lo quería para una comida en especial. Y Joel tenía que lidiar con su papá al que no veía ni hablaba desde la semana pasada, después del incidente. Apenas si se había enterado de que estaba en casa por los ruidos de la puerta al abrir y cerrar, pero ese día sería diferente, lo enfrentaría y le demandaría información sobre su madre.
Entró directo al despacho de su padre, encontrándose con una silla vacía. Genial, no estaba. Tal vez para cuando regresara todo su valor se habría esfumado. Rendido se dispuso a subir hacia su habitación, cuando el sonido de una notificación dentro del despacho le obligó a quedarse un momento más. Cauteloso se adentró al enorme cuarto, persiguiendo el sonido tan persistente. No se trataba del teléfono fijo, quizá era...
Visualizandolo a lo lejos, logró encontrar el teléfono móvil de su padre. Titubeante se aproximó al aparato, no sabiendo si era correcto o no, con la inseguridad de ser descubierto por arte de magia en cualquier momento. Revisó la pantalla táctil que avisaba el remitente de la llamada, al parecer el número no estaba registrado, y por alguna extraña y loca razón eso le entrecortó la respiración.
Tragó saliva duro y lento, apretó sus labios. Contestó.
-¡No importa cuantas veces cuelgues!- vociferó una femenina voz al otro lado -En cuanto consiga la orden, nada impedirá que pueda ver a mí hijo, más te vale hacer esto por las buenas o te costará muy caro-
Silencio. Era más que claro quién era la persona al otro lado de la línea. Y eso sólo servía para dejar a Joel estático, helado, todo indicaba que el enlace de su cerebro con sus acciones se había roto.
No podía hacer nada al respecto.
-¿Me oyes pedazo de imbécil?- La voz seguía hablando y lanzando improperios dirigidos expresamente hacia su padre. Pero lo único que le importaba al rizado en esos momentos era seguir oyendo esa, que cuando no gritaba hirviendo de furia era dulce, voz que tanto extrañaba, por la que tanto había llorado tres años atrás. No iba a contestar, ni a decir nada, además de que su capacidad de hablar se veía nula en ese instante, estaba el qué diría. No tenía nada claro en su mente como para transmitirlo en palabras.
Y sin más, el pitido constante después de colgar fue lo único que escuchó.
Todavía aturdido ante lo que le acababa de suceder, se dirigió a su habitación y se encerró. Por el momento, no quería saber de nada y de nadie. Una vez se hubo acostado, sin poder evitarlo, inundó la tela áspera de su almohada de viejos y desgraciados recuerdos. De anhelos. Y con ellos, se durmió.
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Como si no nos hubieramos amado || Virgato
Fanfiction¿Por qué lo hizo? ¿No le bastó sólo con ser una mentira? ¿Nada fue verdad? ¿Tan poco signifiqué para él? ¿Jamás... me amó? Aún no lo comprendo bien, aún no puedo asegurar que lo creo. Porque... sigo teniendo la esp...