JOELPoco a poco las voces de los niños desaparecen, dejando únicamente silencio bajo la resplandeciente luna que brillando cuidaba el inmenso cielo.
El ligero frío de la noche inundaba la ladera, la tranquilidad oscura se apreciaba donde fuera. Y yo estaba ahí sentado, en una banca del parque, junto a una persona que no había querido conocer, escuchando las palabras que él decía, pero que yo no podía creer.
Mi corazón se agitaba y temblaba por culpa de Christopher. No existía nada en el mundo entero que me inquietara más que él, sólo con su presencia.
-Me encantan tus sonrojos- habló de nuevo -tus ojos ocultos tras esos adorables lentes - sonrió -...me gusta cuando te concentras demasiado en leer y tu entrecejo se frunce ligeramente, tu frente se arruga- Seguía diciendo Chris sin dejar de ver las estrellas.
Y de alguna forma agradecí que no me dedicara el miel de sus ojos, porque no habría sido capaz de sorportar más tiempo escuchando sus arroyadoras palabras.
Pero entonces volteó, y me miró, derrumbandome con su irracionalmente encantadora sonrisa, con sus bonitos y brillantes ojos.
-Yo-Yo... yo, me tengo que i-ir...- dije levantándome torpemente.
-Joel...- trató de detenerme agarrándome del brazo, sin embargo antes de que pudiera decir más, salí corriendo.
Tenía que correr y llegar lo más rápido posible a casa. Tenía que correr, huir de ese lacio cabello castaño, de esa sonrisa y esos ojos. Huir de lo que comenzaba a sentir por esa extraña persona.
Antes de que me diera cuenta, ya estaba sentado en el piso mi casa, apoyado en la puerta. Estaba jadeando por lo rápido de mi carrera, mi incontrolable pulso hacia que mis oídos zumbaran, y nada de ello me distraía de lo ingenuo que fuí al creer, que con tan sólo correr escaparía de lo que indudablemente comenzaba a llenar mi corazón. De lo que empezaba a sentir por ese encantador idiota.
No podía seguír negandolo, ya no, me gustaba, me gustaba demasiado, tal vez desde que me tomó de la mano frente a todo el mundo, tal vez desde que le leí por primera vez, tal vez desde que pidió conocerme. Y fuera de ello, él estaba logrando algo más.
Subí a mi habitación para despejar de mi mente cualquier pensamiento sobre él, sobre lo que sentía y pensaba. Pero no podía, de una u otra forma mi mente siempre se estacionaba frente a una sola persona. A pesar de que mi carrera de escapatoria había concluido ya bastante tiempo atrás, mi corazón seguía latiendo incluso, con mayor intensidad
¿Amor?
No. ¿Oh sí?
Ahora lo sentía con claridad, y era algo indudable, ese momento en el parque bastó para que irremediablemente comenzara a enamorarme de Christopher Velez. Ya no podía seguir ignorando estos sentimientos que sin previo aviso habían comenzado a nacer dentro de mi solitario corazón, ni tampoco seguir disfrazándolos de simple amistad.
[...]
Al día siguiente, Christopher me sorprendió de nuevo para ir a la escuela. No mencionó nada de lo ocurrido el día anterior, y yo tampoco lo hice, no quería que mis sentimientos fueran descubiertos, y hablar sobre el tema sólo empeoraría mi vergüenza y mis nervios, que ya por sí solos salían únicamente con la presencia de Christopher.
Todos los días, sin excepción, él estaba ahí, recargado en el mediano árbol que se instalaba en frente de mi casa. Todos los días, platicabamos y él me sonreía. Todos los días, comiamos juntos y estudiábamos juntos. Todos los días, el rebote en mi pecho incrementaba sin remedio, sin darme cuenta, porque todos los días, se convirtió en mi nueva monotonía que a diferencia de la anterior, sí quería y deseaba fervientemente que no acabara, que no se rompiera, que continuara.
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Como si no nos hubieramos amado || Virgato
Fanfiction¿Por qué lo hizo? ¿No le bastó sólo con ser una mentira? ¿Nada fue verdad? ¿Tan poco signifiqué para él? ¿Jamás... me amó? Aún no lo comprendo bien, aún no puedo asegurar que lo creo. Porque... sigo teniendo la esp...