Capitulo 43

253 45 4
                                    


CHRIS


-¿A dónde crees que vas?- La voz más repulsiva del universo me sorprendió por detrás.

-Recibí un recado de mi familia, me necesitan cuanto antes en la casa- mentí sin dejar de guardar mis cosas.

-No seas idiota, te escuché, oí lo que dijiste hace unos minutos- se burlo .

-¿Y qué? A ti que te importa- dije dándole frente.

-claro que me importa. No puedes impedir que el daño que le he logrado hacer disminuya- me dijo con una asquerosa sonrisa socarrona.

-¿Por qué? ¿Por qué le haces esto? ¡Él no te hizo nada y lo sabes!- reclamé impregnando cada gota de odio contenido hacia él.

-¿Y tú qué sabes? Eres un imbécil que hace lo que los demás quieran por dinero- Me echó en cara, y unas incontrolables ganas de romperle la cara me llenaron -además yo lo vi primero...-

-¿Qué?- Él en realidad lo susurró, pero lo escuché claramente. Ahora lo entendía.

Era un completo tarado, se enamoró, no lo aceptó, recurrió a las peores acciones, fue rechazado y de forma cobarde intentó cobrarse y seguir ocultando su verdadero ser. ¿Así de imbécil me veía yo? ¡Era patético!

-No podrás evitar que me vaya- amenacé regresando a guardar mis demás cosas.

-¿A qué no? Sabes que Riki y Alex siguen ahí, ¿Cierto? Te tomaría toda la noche y parte de la mañana llegar a Woodside. En ese tiempo pueden ocurrir cualquier clase de accidentes...-

Dejé las cosas, y en un segundo ya me encontraba tomándolo del cuello de la playera.

-Más te vale que no le hagas nada- Le dije con la adrenalina recorriendo al cien entre mis venas, una tremenda necesidad de golpear todo su asqueroso rostro me llego.

-Eso dependerá de ti. Aunque me golpees, estás a horas de distancia de él- Gruñí de frustración, aventando su cuerpo al sucio suelo.

[...]

JOEL

La fría lluvia había cesado un poco. Caminé lo más rápido que pudieron mis entumidas piernas. Tenía frío, la idea de dormir en mi cama era la única que me había obligado a pensar de camino a casa.

Sin embargo, para mi mala suerte, se encontraban de nuevo mis padres. Y ella más que él discutiendo sobre quién sabe qué. No lo soportaba, sentía que regresaba de a poco a mis once años. Entré llamando su atención sin querer. Traté de ignorarlos.

-Joel- Me llamó mi madre, pero lo último que quería en ese maldito día era hablar con ella -Joel necesito hablar contigo- Resoplé cansado de tener que seguir escuchando lo de los demás . Seguí mi camino hacia las escaleras. -¡Joel!- Llamó nuevamente.

-¡No estoy de humor!- grité, esperando que lo comprendiera y me dejara en paz.

-¡Ya lo oiste! No quiere hablar contigo- dijo mi padre.

-No, no es eso, le sucede algo...-

-Sí, tu regreso-

-No, es algo más...- De alguna manera, eso me hizo querer sonreír. Después de todo, al parecer seguía siendo una madre.

Puse seguro a la puerta, me quité la ropa mojada y sin secarme me puse la seca, respiré hondo, y no toqué de nuevo aquellos lentes, no podía hacerlo sabiendo que él me lo regaló. Intenté dormir, sólo eso pero justo ahora resultaba una mentira que llorar te hacía dormir más rápido.

Suspiré derrotado, levanté más de lo normal mi cabeza sobre la almohada, y lo vi, ese cielo que vimos juntos, estaba de regreso. Las infinitas estrellas, la resplandeciente luna me recordó otra vez las voces de los niños de ese día.

Ese día acepté para mis adentros que me gustaba, los recuerdos se revolvieron en mi garganta, arbitrarios, pasándome factura por sus palabras, no podía evitarlo, lo amaba, eso no cambiaría en un segundo y por eso sus palabras dichas con tanta indiferencia dolían más.

De cierta manera, aquél día cuando juntos fuimos a la ciudad, lo supe, supe que algo se cerraba, que algo era diferente cuando corrió sin más, luego de darme el primer beso en mi vida que me quitó mis fuerzas y aliento por completo, sentí que a cada paso que daba, huía y se iba cada vez más lejos de mi, de lo que había pensado nuestro. En el momento que le perdí de vista, en medio de la última voz de sol, lo supe, era el final.

Pero me negué a aceptarlo, porque aun quería confiar en alguien. Lo necesitaba.

Al final, le aburrí, porque yo no era un chico igual con los que el salia, yo no iba a fistas ni tenia un gran estilo, era un simple nerd que no habia dado ninsu primer beso.

Me removí en mi cama, incómodo, estaba cansado de llorar. Ya no quería, sentía como lentas lágrimas me arrebataban mi dignidad, mis fuerzas de continuar, las razones para seguir. En mi escritorio vi el sobre amarillo de esa mañana.

Tal vez, averiguar de qué se trataba me distraería al menos un poco. Encendí la pequeña lámpara del mueble y me senté en la dura silla de madera. Por más extraño que sonara, la expectativa de lo que habría me ponía de nervios.

Inhalé, exhalé, estaba exagerando.

[...]

CHRIS

-No puedes agredirle físicamente, ¿Recuerdas?- Le dije con ira contenida. El entornó los ojos sorprendido, sonreí burlón, esa no se la esperaba.

-¿Co-cómo lo sabes?-

-No por nada me gané la confianza de Joel, a pesar de que fui un idiota, pienso reparar los daños cueste lo que cueste- Le dije asegurando en cada palabra una dosis de repulsión hacia él.

-Veamos si logras llegar a tiempo- Recobró su compostura de socarronería hueca, junto con el aire de superioridad que tanto odiaba.

-A tiempo de qué- gruñí cansado de sus juegos sucios.

Observó su reloj.

-Ups. A estas horas ya debe de haber leído todos y cada uno de los informes de la página Web-

Mi pecho cargado de ira, se contrajo de arriba hacia abajo frenéticamente. ¡Era un desgraciado hijo de...!

-¡Dijiste que eso jamás llegaría a él! Ese siempre es el trato- grité tomando otra vez el cuello de su playera.

-¿En serio me creíste? Era obvio que él te interesaba, lo sospeché desde que comenzaste a pedirme cambios en cada cosa que planeaba para dañarle-

-¡Eres un maldito desgraciado infeliz!- grité cada palabra dejando que mi rabia me controlara le golpeé su repulsivo rostro.

-¡Tú no eres mejor!- dijo, con lo que me quito cada rastro de enojo y rencor en mi -También participaste en esto, nunca te amenacé y no renegabas de nada, no te hagas la víctima ahora-

Tenía razón. Era verdad, yo no era mejor que él, pero tampoco peor. Yo también era un desgraciado idiota, que se enteró de sus sentimientos demasiado tarde.

No, siempre lo supe, pero negaba la realidad en un estúpido intento de protegerme, ahora veía con claridad lo ciego que fui.

Ya era demasiado tarde para arrepentirse.

Como si no nos hubieramos amado || VirgatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora