Capitulo Tres.
La noche cae y cubre cada vestigio del cielo que anteriormente radiaba, todo iba cayendo, apagándose, la celebración terminaba de a poco, al interior de una de las habitaciones de aquel majestuoso hotel, lagrimas eran derramadas, sentimientos eran contraídos, la oscuridad era la única testigo de tremenda escena, una novia sentada en las penumbras de esa habitación, derramando pesadas gotas de agua, llena de desesperación, todo había sido perfecto, nada destruyo o impidió su impulso, tenía miedo se encontraba terriblemente aterrada del futuro
—Todo estará bien—Se repetía para sí misma en forma de auto sosiego—Estas siendo exagerada Daisy, tu querías esto, lo necesitabas—Había perdido la noción del tiempo, tomo la oportunidad que su madre le dio, obligándole a subir a alistarse para partir—Lo viste en sus ojos Daisy... sabes que ahí estaba—No pasaría mucho tiempo, su madre iría por ella, y aun tenía puesto el vestido de novia, sin embargo no encontraba la manera de dejar de temblar es como si su cuerpo, su alma no le dejaran detenerse, aun recordaba aquel espectáculo que protagonizo junto a Harry horas atrás, eso... añadía presión a su pecho y mortificación a su alma, enterraba su rostro entre sus manos llena de desesperación, buscando alguna salida a toda esa maraña de ideas que se formaban dentro de su cabeza
La manija giro dando paso a la abertura de la puerta, la cual la tomo desapercibida, el hombre de ojos verdes estaba ahí, observando aquella patética escena de su ahora esposa, Daisy levanto la vista conmocionada, avergonzada de que alguien la encontrara ahí en su estado más vulnerable Harry acercó despacio hasta posarse frente a ella, Daisy vio cómo su rostro denotaba confusión, sus ojos estaban claros como riachuelos de agua, y por extraño que pareciera podía leerlos como pocas veces había tristeza, mortificación pero sobre todo confusión
—Daisy... ¿Qué sucede?—Se colocó en cuclillas para estar a la altura de sus ojos, ya se había desecho de su corbata y saco, sus mangas estaban arremangadas mostrando la variedad de diseños tatuados en sus brazos—Tu madre me ha enviado por ti, se supone que debiste estar lista hace diez minutos—La chica enfundada en el níveo vestido se limitaba a mirarlo, llena de vergüenza, sus lágrimas se derramaban silenciosamente por sus mejillas
—Discúlpame... tuve uno de esos momentos de debilidad—Explico con la voz rota, Harry paso delicadamente su dedo pulgar por su mejilla que estaba surcada por lagrimas—Dame unos minutos me alistare para poder irnos...—Quiso incorporarse pero él la detuvo negando lentamente con la cabeza
—Tranquila... no estás bien, ni yo—Ella lo miro confusa, no entendía sus palabras—Podemos irnos hasta mañana, le pediré a Liam que arregle todo ¿está bien?—Le sonrió débilmente intentando aparentar que todo estaba perfectamente
—No, no, no, nada de eso, estoy bien de verdad—se levantó de golpe, tropezando levemente con el largo del vestido—El plan debe seguir su curso Harry— comenzó a desabrochar con dificultad el complicado vestido— ¿Todos se han ido?
—Daisy, tranquila—Hablo él con aquella ronca y profunda voz—No hay problema alguno, el plan seguirá su curso, lo difícil ha pasado por ahora, que te parece si ahora le damos un estilo libre ¿he? ¿Se escucha bien para ti?—Le dijo acercándose a ella, posando sus fuertes y grandes manos en sus delicados hombros
—No te comprendo Harry ¿A qué te refieres?—Busco su mirada y él le lanzo una coqueta sonrisa
— Quedémonos aquí esta noche ¿te parece? Tú no te encuentras bien, y yo creo que he bebido demasiado—Daisy asintió comprendiendo mejor sus palabras—Nos iremos mañana temprano y nadie se enterara, excepto los chicos claro—soltó una forzada risa intentando aliviar el ambiente—Ya sabes para que no nos molesten más—Ella asintió débilmente limpiando el resto de maquillaje corrido que quedaba en sus mejillas—Todos se han ido ya, tus padres te llamarían mañana creo...pero—Levanto su rostro para mirarla—Están bien, felices ¿si? Ahora descansa todo estará bien
ESTÁS LEYENDO
The Deal [H.S]
Romance-Tus razones son más nobles que las mías Daisy-volvió a colocar su cabeza en el cuenco de su cuello inhalando su olor, disfrutando del momento, avivando las chispas entre ellos, podía sentirla estremeciéndose -No debes temer Daisy... no te haré daño...