<<Aquí vengo arrepentido, buscando perdón, suplicando clemencia, sediento de tu cariño. >>El aire helado cortaba su piel conforme trotaba en medio de la llanura, había salido de casa apenas había amanecido, sin importar la desvelada anterior su cuerpo no le permitió dormir, el sol ya había salido hacía tiempo y ya se estaba colocando en lo alto del cielo, peleando contra las espesas nubes que no cedían ni un pelo, se detuvo frente a las caballerizas donde un par de trabajadores llegaban, los saludó cortésmente para después despedirse y seguir su camino, llegó hasta una pequeña construcción alejada de todo, forzó la pesada puerta para sentarse en la banca frente a los restos de su padrastro
—Buenos días Robs—Saludo sonriente, cruzó los brazos sobre su pecho y su sonrisa comenzó a temblar en la mera presencia del hombre que amo como un padre, con un nudo en la garganta debido al sentimiento tardó en proferir —Tarde en venir, lo siento de verdad—Se disculpó al aire para después tomar su cabeza entre sus manos — Lo siento... De verdad lo siento Rob —No se disculpaba por no visitarlo, y él lo sabía, soltó un suspiro intentando controlar sus emociones que amenazaban con sobrepasar su férreo autocontrol —Mamá me trata mejor ¿Te diste cuenta? Es buena con Daisy, eso me alegra es decir la chica se lo ha ganado y no tiene la culpa de nada—Hablo despacio como de costumbre, llenó su pecho de aire antes de continuar—Perdóname si no corregí mis errores del pasado como querías, se qué al estipular esa cláusula en tu contrato era para que me casara con alguien más pero... yo —Su voz temblaba—Decidí enterrar esos errores junto a ti y seguir con mi vida.
Observo la fotografía donde su padrastro sonreía afable como siempre solía hacerlo con el rostro sonrojado y lleno de vida, su pecho ardía y las lágrimas comenzaron a derramarse, ahí en medio del silencio del sepulcro sus sollozos empezaron como murmullos hasta convertirse en lastimeros berridos de dolor, hasta ahi llego el autocontrol y la farsa, ese dolor contenido en su fachada de dureza, de cinismo, que mostraba al mundo cada día, tomaba su cabeza avergonzado y contrariado, su pesado corazón y conciencia dolían.
Desde unos pasos de la construcción lo observaba su madre a través de la pequeña ventana, lo escuchaba llorar como cuando era un niño, escuchaba a su hijo pedir perdón, suplicándole incluso, su corazón de madre dolía pero no podía flaquear, entró al homenaje despacio interrumpiendo el llanto de su hijo, se sentó a su lado sin proferir palabra, él se limitó a levantarse y limpiar sus lágrimas con las palmas de sus manos, no dijo nada al igual que su madre y se marchó, porque ambos sabían que la herida aún sangraba...
Harry corrió con fuerza cuesta abajo, con el rostro húmedo contra el helado aire de la mañana, continuó su andar hasta encontrar el arroyo, cuando estuvo frente a él fue cuando paró a tropezones, de su pecho salió un profundo suspiro seguido por un grito liberador, ronco y lastimero, todo era una farsa, una tremenda farsa que buscaba encubrir su pecado, pero ante los ojos de su madre, de su fallecido Robín e incluso de Gemma no podía fingir de forma tan descarada, por ello había puesto tierra de por medio, por eso no regresaba a su pueblo porque parecía encararlo, exigirle que dejara sus mentiras y esa vida construida pendía de hilos, porque aquí sentía como su alma gritaba por ayuda porque era presa de su conciencia. Aquí no podía fingir que no tenía pasado.
Sus piernas dolían del extenso esfuerzo realizado, entró por la puerta de la cocina y escuchaba el ruido del comedor donde todos desayunaban alegremente, cuando cruzó el comedor Daisy se levantó rápidamente para saludarlo pero él no se sentía de ánimo, tenía que colocar la careta nuevamente y estaba lo suficientemente drenado emocionalmente como para que le resultara imposible. Mildred colocó un plato para él en su lugar habitual
—Gracias pero prefiero irme a darme un baño—Declinó provocando que la jovencita lo mirara extrañada —Provecho, disculpen
—Seguro está cansado—Lo excuso su madre, él asintió y salió de ahí sin decir otra palabra, Daisy volvió a su lugar y siguió comiendo, aunque en el tercer bocado se dio cuenta que había perdido el apetito, había notado los ojos rojos, el cabello enmarañado pero sobre todo su gesto sombrío.
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The Deal [H.S]
Romance-Tus razones son más nobles que las mías Daisy-volvió a colocar su cabeza en el cuenco de su cuello inhalando su olor, disfrutando del momento, avivando las chispas entre ellos, podía sentirla estremeciéndose -No debes temer Daisy... no te haré daño...